Ecuador vive desde hace días un agravamiento de la problemática de su infraestructura vial, así como las secuelas de las inundaciones y del último sismo que afectó a algunas provincias; pero también vive desde hace algunas semanas los últimos escándalos de corrupción denunciados como los casos “el gran padrino” y “el gran informe”, casos que comprometerían presuntamente a altos funcionarios del actual Gobierno y que ha llevado a la posibilidad de un juicio político al Presidente Lasso, a tenor del artículo 129 de la Constitución
Si bien, para tratar de enfrentar el problema de la vialidad el Gobierno ha decretado un “estado de emergencia vial” en algunas zonas del país;, para enfrentar el virus de la corrupción también sería necesario y urgente declarar una especie de “estado de emergencia ética”, una declaración que obviamente no la puede hacer el Gobierno actual, debido a que, al igual que los Gobiernos anteriores, también padecería de los síntomas de este virus que afecta a la salud moral del país; por lo serían aquellas fuerzas organizadas de la sociedad las que, en una acción mancomunada, busquen el objetivo de lograr un Estado y una sociedad con más honestidad, pero también con menos inequidad social y más solidaridad.
Se trata de un virus de la corrupción pública que se podría enfrentar con “protocolos” estrictos de “POLIETICA” (un política basada en la ética) y de “JUSTIETICA” (una justicia ética, eficaz e independiente); con el desarrollo de anticuerpos en el organismo social, a partir de que cada uno de los miembros del pueblo tenga una presencia activa y permanente en defensa de lo que es suyo (de lo público); y, con una “vacuna” que transforme los patrones ideológicos del comportamiento social, particularmente el individualismo y la codicia, propios del actual modelo de sociedad, que estimulan a las personas a tratar de enriquecerse desaforadamente y de manera ilícita.
En cuanto a la función fiscalizadora que deben cumplir diversas instancias del Estado, como la Asamblea, CPCCS, Fiscalía y Contraloría, aquella ha sido lenta o ineficaz; por lo que la corrupción, de aquellos “personajes” que ha llegado a ocupar puestos claves en el aparato gubernamental y estatal, ha sido estimulada por la impunidad. (O)