María Tigre tiene 58 años y mientras sujeta la mano de su nieto, Dylan, de casi dos años, mira a lo lejos lo que queda del cerro Tamuga. Ella ahora vive en la loma de Zhizhio, en la parte alta de Jadán, en Gualaceo. Recuerda a La Josefina como una herida que no termina de sanar.
Antes tenía su casa cerca del Tamuga, junto a la hacienda Tomebamba, y por eso tiene intacto el recuerdo de aquella noche del 29 de marzo de 1993 cuando este cerro colapsó, taponó el río Paute y produjo el desastre de La Josefina.
Unas 90 personas, que en su mayoría estaba en sus casas, quedaron sepultadas. Ella tuvo que evacuar junto con su marido y su primera hija, que en ese entonces tenía un año. Perdió familiares, amigos y vecinos.
“Al otro día cuando amaneció todo estaba lleno de agua, todo fue tan rápido… Se perdieron las casas, los animales, los caminos, los terrenos… y todo era como una laguna gigante y crecía y crecía tan rápido…”, relató.
Catástrofe
Sergio Tapia tiene 78 años, 20 más que Tigre, y cuando ocurrió esta catástrofe tenía su vivienda en El Descanso, que fue una de las zonas que quedó bajo el agua por este represamiento.
Alcanzó a sacar unas pocas cosas y con su nieta e hija viajaron hasta Biblián donde unos familiares los acojieron. “Tuvimos que salir corriendo porque casi no nos dio tiempo a nada…”, contó.
Para Tapia el deslizamiento del Tamuga fue algo que en cualquier momento tenía que ocurrir porque la explotación de áridos y pétreos de esta colina se hacía de forma antitécnica y sin mayor control.
“Mi sobrino y un hijo de mi primo fueron declarados como desaparecidos porque ya no pudimos buscarlos. Lo único que supimos fue que el deslizamiento les cogió cuando estaba pasando en una tarabita que antes había allí…”, explicó.
Rescatistas
Fernando Figueroa, exprimer jefe del Cuerpo de Bomberos de Cuenca y médico del hospital Vicente Corral Moscoso, fue uno de los primeros en llegar a la zona del desastre.
“Era un domingo y entró una llamada vía radio de un ingeniero que iba a la represa Daniel Palacios, y nos dijo que algo estaba pasando en El Tahual…”, que está en la zona donde está La Josefina.
“Una vez que conocimos la novedad salimos con los compañeros bomberos José Pesántez, Dorian Carrasco y Freddy Lata. Cuando llegamos había una especie de neblina, que luego vimos que era el polvo de la tierra que se deslizó…” indicó.
Figueroa recordó que lograron rescatar a una niña de entre cinco y siete años, que había quedado en medio del fango. Cuando intentaron salir para llevarla al hospital la carretera ya estaba cubierta de agua.
A pesar del riesgo, relató que lograron evacuar con la paciente y con otro adulto herido, pero uno de los rescatistas no salió con ellos, por lo que tuvieron que regresar para buscarlo.
Indicó que gracias a la asistencia de radio aficionados pudieron informar a la ciudad la magnitud de este desastre y pedir que la población de Paute y otros cantones que están cercanos sean evacuados.
Figueroa señaló que La Josefina dejó una gran lección, que ha servido de poco para evitar otros hechos similares, como el que sucedió en Alausí, el último domingo.
Lecciones
Y precisamente en esto coincidió Felipe Magno, ingeniero civil e investigador en reducción de riesgos, quien explicó que con protocolos de evacuaciones adecuados se pueden salvar vidas.
“Este tipo de desastre no pasa de un día para otro, demoran incluso años, y las autoridades y pobladores tienen todo ese tiempo para planificar una evacuación ordenada y tomar todas las previsiones…”, manifestó.
Igualmente señaló que cuando se trata de grandes movimientos de tierra como los ocurridos en La Josefina y en Alausí, se tiene que hacer un monitoreo constante para medir la velocidad del desplazamiento.
“Siempre insistimos, los riesgos se pueden reducir si se trabaja con un protocolo y una planificación adecuada… Hay manuales, hay recomendaciones, todo está escrito, no debemos inventar nada…”, insistió.
Acotó: “hemos tenido lamentables experiencias como lo que ocurrió en Nambija, también en 1993; en Ponce Enríquez, en 2013; en Nabón en 2021; en Santa Isabel en 2010, y otros que tenemos registrados…”.
Cifras de La Josefina: una herida que no termina de sanar
- 1 de mayo de 1993 se produjo el desfoque del embalse de La Josefina, que destruyó Paute y otras poblaciones cercanas.
- 191 metros cúbicos (m³) de agua se represaron por el deslizamiento del cerro Tamuga, en La Josefina.
- 294 millones de sucres aproximadamente fue la pérdida que dejó el desastre de La Josefina.
- 2.473 hectáreas (ha) de pérdidas agrícolas hubo como consecuencia del desastre de La Josefina.
- 5.631 personas fueron directamente afectadas por La Josefina. De estas el 79% eran de Azuay, 18% de Cañar y 3% de Morona Santiago.