El dolor, la incertidumbre y el cansancio se reflejan en los rostros de los afectados por el deslizamiento en Alausí, en la provincia de Chimborazo.
Familiares de las víctimas permanecen en la zona cero a la espera de alguna noticia, a una semana del alud que sepultó decenas de casas bajo toneladas de tierra.
Se ha diluido la esperanza de hallar con vida a los desaparecidos. Lo que anhelan ahora es hallar los cuerpos para darles cristiana sepultura.
«Alausí ha perdido demasiado con tantas familias muertas, familias enteras».
Susana Llamuca, presidenta de los barrios afectados
El temor a nuevos deslizamientos no impide que algunos habitantes continúen sacando sus pertenencias de algunas viviendas. A otros los invade la sensación de inseguridad, de temor.
Las brigadas de bomberos, contingentes de militares y equipos de rescate continúan en las tareas de búsqueda entre los escombros.
Al momento de cavar el cansancio no existe, pero tampoco olvidan a quienes los esperan en casa, sus familias y seres queridos.
Con soporte médico y psicológico para sobrellevar la angustia y el estrés, los rescatistas trabajan para intentar dar respuestas a quienes esperan, pero la magnitud del desastre impide ubicar con celeridad a aquellas personas que se piensa siguen sepultadas en la zona del desastre en Alausí. (I)