La naturaleza le dotó a Cuenca de una estética que llama la atención a quienes la miran por sus cuatro puntos cardinales, muy particularmente con las fuentes hídricas andinas que enriquecen las corrientes gestoras de lo más identitario, como son nuestros ríos. Elegancia y armonía en tanto causas antropogénicas no degraden lo que la naturaleza ha diseñado durante un largo proceso de formación, logrando esta joya andina de singulares cualidades. Le pulen sus hijos y destacan la arquitectura, sus universidades, las festividades como son Corpus Cristi, el Pase del Niño Viajero, los carnavales, las fiestas cívicas, el Parque Nacional El Cajas, los barrios clásicos de la morlaquía como Todos Santos y sus panaderías, el mirador de Turi, la gastronomía, la Literatura cuencana, el arte pictórico, las iglesias y museos, la música vernácula, etc.
Es la planificación respetuosa con la urbe, sus barrios y estilos arquitectónicos, la conservación patrimonial, la seguridad en calles, parques y espacios colectivos y privados en ésta época de grises acontecimientos, mejorar la transportación pública para una reducción importante en el uso del auto privado, incrementar las fuentes y piletas de los parques. Campaña fortalecida con la participación de varios estamentos para la reforestación citadina y mejoramiento de la calidad del aire que respiramos.
Lamentable el proceso de tugurización, ausencia de control, deterioro de casas patrimoniadas y aceras en la ciudad, así como deficiente señalética con nombres de calles y numeración de edificaciones. Irrespeto al uso de suelo con precarias y primitivas construcciones que degradan visualmente y ponen en riesgo a los usuarios, como apreciamos en el caótico proceso de expansión en la circunvalación a la altura de Gapal con un sinnúmero de primitivas casetas de rústica madera. Símil conflicto en varios lugares como en el sector de Ochoa León, Tixán, etc. (O)