El trabajo artesanal de la familia Bueno, de dar forma a vasijas y figuras utilizando el barro, es parte de la identidad del cantón Gualaceo. Su taller de alfarería se ubica en el sector Llampasay, a pocos metros de la cabecera urbana.
La jornada laboral comienza a las 07:00. Lo hacen con la ayuda de diez jóvenes, quienes trabajan en el sitio al son de la música de una memoria USB que está conectada a un parlante.
Elaboran recipientes como ollas, cántaros, vasijas hasta figuras para adornar las casas. Sus obras se comercializan en diferentes partes del país.
El taller se implementó hace unos 15 años aunque su mentalizador, Eliseo Bueno, oriundo de la parroquia Jadán, aprendió el oficio, en su juventud, hace más de tres décadas de un artista cuencano.
El hombre, quien cumplirá en octubre 53 años, tuvo que sortear una serie de obstáculos para ver florecer su actividad. El trabajo lo comparte en estos momentos con sus hijos, Tania y Jefferson, de 27 y 25 años, respectivamente.
Su esposa, Alicia Bueno, de 50 años, es la responsable de la comercialización de los objetos. La familia confía en ella porque, según comentan, sabe desenvolverse con los clientes por su facilidad de palabra y el carisma para vender.
Perseverancia
Eliseo pasa alrededor de ocho horas del día con sus manos enlodadas. Él es el responsable de maniobrar el torno luego que sus operarios preparan la materia prima tras mezclar por unas horas el agua con la arcilla.
La arcilla la adquieren cada 15 días de un proveedor cuencano. El distribuidor les entrega en un volquete alrededor de diez metros cúbicos de material.
Mientras realiza esta labor, recuerda que estuvieron en el 2020 a punto de cerrar el taller, pues en los meses de confinamiento por la pandemia de la COVID-19 no podían vender sus obras.
Esto les obligó a incursionar en aquel entonces en una nueva actividad de alquilar una cancha de voley y preparar comida para venderla a quienes llegaban al sitio para practicar el deporte.
Las restricciones por la emergencia sanitaria se aliviaron y fue entonces que los clientes nuevamente se contactaron con ellos, y pudieron vender en poco tiempo las miles de piezas que almacenaban en las bodegas.
La demanda fue tal que tuvieron que duplicar esfuerzos para producir más objetos y cumplir con los pedidos.
Su emprendimiento se mantiene pese a las adversidades. Así lo demuestra la ampliación del taller luego en predios cercanos que adquirieron.
La familia vende en la actualidad unas 4.000 piezas al mes en nichos de mercado ubicados en Cuenca, Quito, Ambato, entre otras ciudades del país. Su meta es llegar al extranjero, sueñan con exponer sus obras en los Estados Unidos.
Reconocidos como‘únicos en la alfarería’
El taller de alfarería de la familia Bueno consta como uno de los principales negocios y atractivos del cantón Gualaceo. La administración municipal -junto con el Ministerio de Turismo- publicó el año anterior una agenda turística donde consta este emprendimiento.
Estas instituciones reconocen a los integrantes de la familia Bueno como los únicos alfareros de Gualaceo, una tierra que se destaca por artesanos en otras áreas como la zapatería, macanas, joyería y gastronomía.
En la publicación se menciona a Tania Bueno, quien explica sobre el proceso para elaborar los recipientes y más figuras de barro.
Asimismo, se muestran dos fotografías: una es de ella y otra de su padre, Eliseo, trabajando en el torno. (BPR)-(I)