Entre Judas estamos

Karina López Pino

Asombroso y doloroso es recibir la estocada sin previo aviso. ¿Será?, que la bondad e inocencia no permite ver los alcances del otro; de los otros que pueden sostener una mentira viendo a los ojos. Cinismo y traición en su máxima expresión es ese sin sabor tan antiguo como latente e incontrolable.

Jesús recibió el beso que lo condujo hasta a la Cruz; eso pensamos, pero la verdad todo era parte de plan maestro; del propósito del Padre. Jehová sabía que la única forma de salvar a la humanidad era rendimiento el pecado con sangre inocente y justa, de allí que, el amor en su máxima expresión tiene un nombre y se llama Jesús.

Con 33 años que estuvo en la tierra evidenció que el amor, la misericordia y el perdón son parte de los regalos divinos que están para quienes lo necesitan sin que impere un juicio de valor de que lo merezcan o no. Jesús amó al pecador, pero no al pecado. Fue firme y sabio en sus correcciones; no fue legalista, pero sí un verdadero Maestro. Su luz y enseñanza es un regalo al alcance de quienes ven en él un referente; un modelo a seguir. No se impone y jamás impone o condiciona; nos dejó libertad para el libre albedrío.

Lástima que la mayor parte de la humanidad eligió el camino incorrecto haciendo todo cuanto daña su propia humanidad; que tan atroz está para llamar y considerar lo bueno como malo y a lo malo como bueno. Mentiras, asesinatos, violencia, acusaciones, robos, calumnias, injusticias y otros males son el reflejo de una sociedad enferma, que en su propia necedad no quiere reconocer que camina al fracaso; a la muerte espiritual y física.

Siendo así, sería bueno hacernos un autodiagnóstico para saber si los buenos, aunque seamos pocos, podemos hacer fuerza para cambiar un mundo, un sistema, una sociedad carente de valores porque los Judas actuales son menos compasivos, más traicioneros y se han multiplicado como la cizaña de los campos que dañan a los frutos. Es nuestra obligación diagnosticar si nuestros hijos son parte de esos Judas, pertenecientes a una generación de cristal sin consciencia, remordimiento y carente de sensibilidad. (O)