Armas

Catalina Sojos

En el país de las equivocaciones retumba la frase de mayo del 68, “queremos libros no armas” dicen los “intelectuales” mientras don Guillermo Lasso consigue su objetivo y logra distraer, una vez más, al pueblo de su desgobierno; un decreto que despierta el terror y la furia de aquellos que votaron, en su día, por él. Así las cosas el ciudadano ecuatoriano se queda en la forma con la cual el mandatario dicta su sentencia sobre su vida y la de sus congéneres, más no se fija en el fondo (ese telón de fondo al que nos tiene acostumbrados) Y resulta que si usted, mi amable lector, lee la noticia completa se da cuenta que ese decreto ya existía en algún momento de la historia contemporánea, ahora bien, la reflexión es obligada porque, de cierta manera, el decreto criminal y distractor abre las puertas para mayor violencia y terrorismo. En este país de los derrumbes morales, éticos y geográficos, la inmensa mayoría de los ecuatorianos nos quedamos en los titulares y pasamos irreflexivamente a comentar y a ser dueños de la primera noticia, por ello no nos fijamos en los detalles y somos carne de cañón del primer improvisado que llega al poder por angas o por mangas. De todas maneras, el narco estado prevalece y las órdenes nos llegan más allá de Carondelet. Así de simple. (O)