Cuando Julio Mosquera tiene que hablar de “Medicina Transposicional”, la muestra de su autoría que se inauguró hace una semana en el Salón del Pueblo, hace una antesala con explicaciones sobre el Renacimiento.
Mosquera, de 65 años, habla de aquellos pintores y médicos que eran tratados por igual y que diseccionaban cuerpos para dibujar lo interno, para dibujar los órganos que hasta ese entonces no se sabía su forma.
Y, solo una vez que habla de las disecciones, habla de la exposición de sus dibujos, de sus personajes que, a simple vista, parecen de otro mundo: el mundo que ha venido creando Mosquera en los últimos veinte años solo con lápiz.
La última vez que el artista plástico usó el color en sus trabajos fue hace por lo menos una década y media.
El propio Julio no lo recuerda cuándo exactamente fue, sin embargo, sí sabe que un día despertó sin ver más el color de las cosas y sus creaciones, y que optó por volcarse únicamente al dibujo con sus lápices.
Desde entonces se asomaron esos rostros en los que se conjugan las facciones humanas y animales, esos cuerpos, a veces encorvados, a veces pequeñitos.
Y esos rostros doblados y pequeños han vuelto con Medicina Transposicional, una exposición en la que Julio decidió hacer sus propias disecciones para saber qué hay dentro de sus personajes.
Para ello, en estos tres primeros meses se dedicó a dibujar. Y en ese proceso se encontró con la transposición. Vio que los órganos de sus personajes estaban en otro lugar distinto a la posición original.
El cerebro en el estómago, los riñones en la garganta o el pulmón en donde va el brazo. ¿Por qué?
“Había un grupo de personas que pensaban en el hombre-máquina, cuyo concepto era que si algo se daña, se repara. Entonces esto pasa al cuerpo humano. Si el corazón está enfermo, pues pongámoslo en otro lugar para que descanse un poco y luego lo colocamos de nuevo”, explicó Mosquera.
Siguiendo con ese mismo pensamiento, los personajes del artista cuencano tienen sus órganos en diferentes lugares por una enfermedad que no se especifica. Simplemente está allí, para ser expuesta luego de la disección que hizo el autor.
“Es un trabajo fascinante. El público tiene que ver la calidad del detalle de las obras del maestro Julio. Hay un trabajo muy grande detrás de cada obra”, opinó Leonardo León, un joven diseñador que visitó la muestra Medicina Transposicional.
Un trabajo agotador
24 dibujos en papel conforman la exposición de Mosquera. Esta supone un regreso para el artista, que estuvo encerrado para diseccionar a sus figuras y mostrarlas al mundo.
La disección no fue un proceso fácil. El artista despertaba pronto y empezaba a trabajar duro como lo ha venido haciendo desde 1987, cuando dejó la medicina general por el lápiz y la pintura.
“Estas obras han sido difíciles para mí. Me ha costado mucho. Han sido días de adrenalina. Cuando he estado dibujando me sentía como aquellos que bajan las montañas en bicicleta. Luego he terminado cansado”, dijo Mosquera.
Tras terminar sus trabajos e inaugurar la exposición que estará abierta hasta el 5 de mayo, el artista cuencano optó por dejar a un lado el lápiz y descansar.
Sus personajes lo dejaron exhausto para dibujar. Sin embargo, su mente no para. Los rostros, los cuerpos, están allí, dándose vueltas por su imaginación. Esperando salir y cobrar forma en las hojas en blanco que acompañan al artista. (I)