Una capilla ardiente en la Universidad del Azuay para un hijo amado de Cuenca, es una de las tantas maneras con las que podemos honrar a Mario Fernando Jaramillo Paredes. Honrarlo y despedirlo de forma pública porque son muchos los que desearon darle su último adiós.
Fue un mentor de varias generaciones que vimos en él, más que un profesor universitario, un político, un líder de opinión y un hombre comprometido con la mejora constante de una sociedad con valores. Quienes lo conocimos en el liderazgo estudiantil de la UDA y en el voluntariado por la ética, la transparencia y el control social, sabemos a ciencia cierta que el vivía por y para una generación de jóvenes líderes que mejoren la política y la academia. Muchos nos beneficiamos de sus palabras, de sus enseñanzas y de su ejemplo de vida, que lo predicaba y practicaba.
Su relevancia en la academia, en la política y en la sociedad cuencana y ecuatoriana ha sido notoria por el decidido liderazgo que el Doctor Mario Jaramillo tuvo en todos los espacios, donde su inteligencia y carisma nos tocaron y nos cambiaron. Paz en su tumba, solidaridad y fortaleza para su familia y amigos y larga vida de sus ideas en la mente de quienes siempre lo admiramos y respetamos. (O)