Las artesanas cuencanas mantienen vivo el bordado

Bordados en Cuenca
Zoila Oliva Cabrera muestra algunas de las polleras que a lo largo de estos años ha bordado. Su local se ubica en la calle Tarqui, entre Larga y Presidente Córdova. XCA

Los talleres se ubican en el Centro Histórico. Las polleras, blusas y otras prendas de vestir se adornan con esta técnica.

La “Chola Cuencana” es el símbolo de la mujer rural. Se distingue por su fuerte temperamento y sus llamativas prendas de vestir donde las polleras, blusas, chales y sombreros la diferencian del resto de mujeres.

En sus prendas sobresalen los tradicionales bordados. Estos son el resultado del trabajo de las artesanas que se desvelan por varias horas e incluso días con tal de que estas vestimentas lleven su marca que es parte de la identidad cuencana.

Talleres de bordado

En la ciudad existen algunos talleres de bordado artesanal que se mantienen a pesar de lo complicado que resulta el competir con las fábricas textiles. La industria utiliza computadoras y más equipos tecnológicos para realizar esta actividad.

En la calle Tarqui, entre Larga y Presidente Córdova, se encuentra el taller de Zoila Oliva Cabrera, quien a sus 71 años de edad, ha recorrido algunos países del mundo mostrando sus bordados que aprendió cuando apenas era una niña de 13 años al mirar lo que realizaba su abuela, mamá y hermana. En su negocio -que ocupa un zaguán de una casa patrimonial- se observan cientos de prendas bordadas por su persona con el apoyo de una ayudante.

“Oliva” -como la conocen sus vecinos y clientes- desconoce a ciencia cierta cuándo y dónde se origina el bordado en Cuenca. Aunque comparte el criterio de que este oficio lo iniciaron las abuelitas y ha pasado de generación en generación.

La mujer plasma inicialmente en unas hojas las figuras que luego pespuntea en la tela de las polleras, es decir es como una arquitecta que primero bosqueja su obra para luego construirla. Su herramienta de trabajo es una máquina de coser a pulso adquirida hace más de 50 años por su madre, quien de esta manera trató de apoyar el sueño de su hija.

Esta artesana ha servido de inspiración para muchas apasionadas por el arte. Ella ha sido la profesora de jóvenes que ven al bordado como una oportunidad para sobresalir.  

El Centro Municipal Artesanal (CEMUART), ubicado frente a la Plaza de San Francisco, es otro de los lugares en los que las artesanas del bordado muestran y venden su arte.

Marlene Bayas es una de las artesanas que labora en este sitio. Su historia es particular, pues aprendió a los 20 años de edad -cuando se casó- el oficio de su suegra Amada Curay, quien es oriunda del vecino cantón Gualaceo.

Marlene Bayas se dedica a bordar a mano las blusas y otras prendas de vestir. XCA

Borda blusas, chales y vestidos. La mujer, de 51 años de edad, se enfoca exclusivamente en diseños de flores que los borda a mano sobre la tela utilizando agujas e hilos lavables con colores fuertes como rojo, amarillo, violeta, azul y rosado.

“Con los diseños de flores inició el bordado en la “Atenas del Ecuador”, asegura Marlene, quien recuerda que las abuelas adornaban los filos de las polleras con estos detalles porque  “Cuenca está rodeada de flores, de tulipanes, margaritas, el clavel, las rosas, las orquídeas”.

Asimismo cree que para bordar hay que tener mucha paciencia “hay que amar lo que se hace. La satisfacción más grande es ver lucir a alguien una prensa hecha por nosotras”.

Orígenes

En una tesis de pregrado publicada en el 2012 por la estudiante Gloria Tenesaca Bravo de la Universidad de Cuenca se trata de explicar los orígenes del bordado y su desarrollo en la provincia del Azuay. Se menciona a autores que señalan que los Cañaris empleaban técnicas de tejido muy similares a las que actualmente se utilizan en las zonas rurales del Austro. Se elaboraban prendas con fibras vegetales como la cabuya y el algodón.

De la misma manera, los Incas introdujeron la lana de alpaca y los europeos la de las ovejas, transformando así, los estilos y diseños de los tejidos. Desde la llegada de los españoles en la provincia del Azuay, la textilería toma un nuevo giro, concluyó este trabajo académico.

Este arte desde tiempos remotos es parte de la identidad de las mujeres cuencanas. La Cuenca del bordado, la ciudad de artesanas que mantienen su oficio pese a la desvalorización de su trabajo.

Carmen Cuji innova en el arte con sus diseños

Carmen Cuji es una de las artesanas que ha innovado en el bordado. XCA

La innovación del bordado caracteriza el trabajo de la artesana Carmen Cuji. Ella implementa su arte en sombreros, carteras y otras prendas. Su negocio lleva el nombre de “Cholas”.

Carmen aprendió de su madre Tránsito Gómez el oficio que con el paso de los años perfeccionó con las técnicas que adquirió en capacitaciones que organizaron las instituciones públicas como privadas. Un hecho importante en su vida se dio en el 2008, cuando, por pedido de la diseñadora Silvia Zeas, bordó las prendas que lució la reconocida presentadora nacional Doménica Saporiti, quien en ese entonces participaba como candidata a Miss. Ecuador.

Esa oportunidad le permitió un vínculo con la Universidad del Azuay (UDA). Los estudiantes de esta carrera han llegado a su taller para aprender de ella y Carmen de ellos.

Instauré una marca para la mujer urbana con temas identitarios, hago chaquetas, blusas hasta alpargatas con el bordado que es muy apreciado a nivel mundial”, cita. (I)

Detalles

  • Mientras las blusas y otras prendas lo hacen a mano con agujas e hilos lavables.
  • En las calles Tarqui, Santa Teresa, así como en la General Torres, entre otras arterias viales se ubican los talleres de bordado artesanal. Se trata de mujeres que llevan años dedicadas al oficio.
  • El avance tecnológico ha afectado el trabajo de las artesanas del bordado. Los trabajos en computadoras se demoran minutos a diferencia de las obras hechas a mano que se extienden por días.