En la antesala del cambio de administración municipal, Cuenca conmemora este 12 de Abril de 2023, 466 años de fundación.
Nada en especial, se pensará acaso. No; al contrario, es la ocasión para resembrar esperanzas, en especial, certezas, sobre el proyecto de ciudad hacia el mediano y largo plazo.
Cuenca, llena de títulos y de reconocimientos, a nivel internacional incluso; escogida por muchos extranjeros para vivir; envidiada por sus paisajes, sus ríos, tradiciones y paz, por su arquitectura, y un largo y rico etcétera, merece un cambio de visión desde la Municipalidad.
No bastan las proclamas, las ofertas, peor las luchas políticas sin ton ni son, excepto aquellas encaminadas al bien colectivo, a entender, sí, a entender la necesidad de planificar una ciudad con la mira puesta en solucionar sus problemas de movilidad, de inseguridad, de desorganización barrial, de la falta de oportunidades laborales, de su atávico viacrucis para comunicarse con sus ciudades vecinas.
Urbanísticamente, Cuenca crece y crece. Es un polo de atracción migratoria interna. La habitan gentes, familias enteras, venidas de otros lados del país, las más por no tener oportunidades en su tierra natal; otras, lamentablemente con otros fines. No es discrimen, sino una realidad social.
La ciudad siempre fue ejemplo de trabajo mancomunado; donde todos aportan con sus conocimientos, proyectos, iniciativas, observaciones también. Las controversias no han sido ajenas, pero fértiles al fin. Quienes la dejaron para migrar al exterior, también contribuyen con sus remesas, vitales para la economía.
Eso fue posible con liderazgo desde el Concejo Cantonal, tan venido a menos en los últimos tiempos, incluso hasta por una representación popular, con las debidas excepciones, no bien preparada y producto de la suerte en las urnas.
Recordando con civismo a quienes la fundaron, a quienes en el camino la construyeron y nos legaron una ciudad encantadora, este 12 de Abril es oportuno para vislumbrar la Cuenca por todos anhelada.