Y bueno. En un abrir y cerrar de ojos pasaron cuatro años de una alcaldía de Cuenca que se va como una de las más decepcionantes. Cuando arrancaron la gestión hablaron de cobrar sueldos por el cumplimiento de metas, derrotar a la corrupción enquistada en los pasillos municipales, trabajar con funcionarios públicos nuevos, optimización del gasto y tanta lata más. Pero lo cierto que ni lo uno ni lo otro cumplieron.
La primera prueba. Octubre del 2019. Cuenca, como de costumbre, permaneció sitiada. Las manifestaciones sociales con el paso de los días se agravaban. Los habitantes esperábamos que el primer personero municipal liderara la crisis política, para atender las necesidades ciudadanas. Pero resultó que asomaba limpiando las calles y molesto porque ha sido víctima de los memes. Vaya oportunidad para bautizarlo como el “memesitos”.
En fin, pasemos de página. Llegó el 2020 y el mundo se detuvo. Como no podía ser de otra manera, todas las administraciones municipales se enfrentaban a una crisis para la que no estaban preparados. Los servidores municipales se fueron a sus casas. Desde ahí trabajaban para atender los requerimientos de la ciudad. Pero como no podía ser de otra manera. Algunos sinvergüenzas aprovecharon la cuarentena para hacer de las suyas. Se valieron de sus cargos para usar los bienes públicos para beneficio personal.
Luego de esta terrible experiencia, se venía algo escalofriante. La inseguridad. De a poco se notaba el incremento de los actos delictivos. Asaltos, sicariatos, robos de vehículos, asesinatos y más hechos violentos conmocionaban a la ciudad. Pero a este círculo político se le ocurrió combatir la inseguridad con una magnífica marcha. Que resultó ser un mitin político más. Es que ya se acercaban las elecciones y había que consolidar la imagen de la autoridad.
Y lo más bochornoso ha llegado al final. A estos descabellados funcionarios se les iluminó la cabeza. “Pensaron” que para reducir los índices de accidentalidad había que colocar fotoradares por doquier. Sí. Esos que multan por el exceso de velocidad y otras infracciones de tránsito. Un contrato millonario que será pagado por los cuencanos. Y espere que falta la yapa. Pretenden contratar un servicio de recolección de basura por más de USD 3 millones, amarradito para tres años. ¡Por suerte que ya se van! (O)