Y la perpetuidad del aprendizaje una vez más se corrobora, precisamente hoy ratifiqué que no solo se aprende del conocimiento que nos provee la educación formal, la lectura y la auto preparación, sino que la experiencia de vida también constituye enseñanza, lo cual es complementario para ser “mejores que ayer” y para responder con integridad y convicción a lo que la familia y la sociedad exige.
Un rayo de luz ilumina hasta los espacios más obscuros, lo mencionó y es tan cierto que cuando somos presos de la cólera por protagonismos fallidos o incapacidad al descubierto, aflora aquella emoción irracional recubierta de bilis, carente de sentido común, claro está; conductas ya no permitidas para aquellos que en su deber ser, enmarañan su credibilidad con falsas fraternidades/sororidades y compromisos de causas.
Cuando entendamos que el diálogo construye y que los ataques dividen y por supuesto generan más confrontaciones, sabremos que hay un gran trecho entre lo uno y lo otro en miras de conseguir un verdadero fin común.
El bienestar colectivo a través del cumplimiento de roles, funciones y/o competencias, debería ser el verdadero fin, pero tal vez es solo un deseo de alguien que en verdad quiere aportar al cambio de la sociedad, de la gestión y más aún, rescatar lo que día a día se nos va de las manos. (O)