Violencia
Violenta es la indiferencia del poder que juega su suerte, negociando tras bambalinas, estrategias para sostenerse, de espaldas a la realidad que da cuenta de la crónica convertida en obituario cotidiano.
Violenta es la indiferencia del poder que no entiende las dinámicas gastadas de las contradicciones sociales que son caldo de cultivo para el surgimiento de sociedades paralelas que, de espaldas al contrato social, tejen su propia dinámica basada en la violencia como forma de supervivencia.
Violenta es la indiferencia del poder que anuncia la muerte cruzada como argumento de última instancia para sostener la vara del destino y más allá de ella anuncia que volverá a terciar porque tiene “plata” porque tiene derecho, porque tiene la responsabilidad para con el pueblo, para con la historia, pero no repara en que tiene el pueblo de espaldas y la historia, para tal fin, no es motivo sino registro…
Violenta es la indiferencia de la ambición del contrapoder que juega a los cálculos, dilata los tiempos, tiembla, vacila, calcula; teje y deshila como para no llegar, como para jugar una especie de “what if” con el destino. ¡Violento funambulismo parlamentario!
Violenta es el aula sin docente, el hospital sin médico ni medicina, violenta es la vía sin norma y el volante con alcohol, violenta es sociedad que da la espalda a la justicia, violenta es la administración que acumula más de lo que administra, violenta es la verticalidad en la relación que se impone y descompone, violenta es la ventana por la que vemos el mundo correr sin rumbo al desencuentro prometido.
Violenta es la realidad, violenta la pluma, violento el camino y el caminar, tiempos de violencia que convocan violencia. (O)