Deserciones, violencia y votos

Gerardo Maldonado Zeas

EL PSC de “baby” Torres ha sufrido tres bajas en sus asambleístas. Primero el esmeraldeño Javier Ortiz se fue aduciendo la falta de “oídos” en el partido, como que su presencia ha sido ignorada por los jefes y más bien había recibido amenazas por sus actuaciones. Luego partió Elina Narváez, quien fue suplente de César Rohon, pidiendo ella misma la desafiliación porque según los capos del PSC ha sucumbido «a los argumentos de un Gobierno desesperado y sin ética».

Y el jueves pasado la asambleísta por El Oro Karen Noblecilla abandonó el bloque expresando “que recibió atropellos y amenazas cuando se acerca la votación sobre el juicio político al presidente de la República”

Respecto a las dos asambleístas, su repulsión hacia algunos miembros de su propia bancada es evidente. Ya dijo Cynthia Viteri que se distanciaba del PSC porque existen elementos de “crónica roja” entre sus militantes, y no es para menos. La declaración de Luis Almeida, asambleísta famoso por la serie de barbaridades que expresa cuando le dan algún espacio en los medios, es simplemente inaudita. Esta vez fue en radio Pichincha, el brazo informativo del correismo en el Gobierno Provincial, cuando dijo que a su compañero Peter Calo le desplegaron una especie de trampa maldita acusándole de violación a una joven de 19 años, cuando “no fue una violación tan terrible”. ¿Tendrá Almeida una clasificación del nivel de violaciones sexuales? Me imagino como se sentirán las mujeres militantes de este remedo de tienda política.

Otro resquebrajamiento serio se dio en Pachacutik (PK). Un congreso lleno de violencia en donde  Iza y Churuchumbi  provocaron una serie de irregularidades en este acto partidista, en el cual debía nombrarse al nuevo jefe de PK. Ellos o nadie, sus armas serán la ortiga y el agua helada, y pobre de aquel mestizo que no se alinee. Lamentable que una organización otrora respetuosa, con presencia de líderes auténticos como Nina Pacari y Luis Macas, cuya línea actual es representada por Cecilia Velasque, que tuvieron adherentes de lustre como Julio César Trujillo, Gustavo Vega Delgado, Miguel López Moreno, se haya limitado a ser una especie de secta indígena de miedo.

Con argumentos débiles, se intenta forzar la voluntad de varios asambleístas para una “votación” en un juicio político inverosímil, sin pies ni cabeza, intentando cumplir apetitosos objetivos políticos llenos de odio. A pocos días del final de esta inconcebible novela de terror que ha vivido el Ecuador, esperamos una luz al final del túnel. El acuerdo por la Seguridad del país con Paco Moncayo a la cabeza es un gran avance.