Noche de safari en Cuenca

El safari nocturno mezcla la oscuridad, los animales y una buena dosis de adrenalina. Se activa cada luna llena en el Bioparque Amaru. El objetivo es formar personas capaces de entender la realidad que viven los animales en cautiverio.

Si le gusta la oscuridad y los animales, el safari nocturno que ofrece el Bioparque Amaru calza perfecto como alternativa durante una noche de luna llena. Este espacio es un camino hacia la educación y la sensibilización de especies en riesgo o cautiverio.

Disfrutarlo requiere el saludable esfuerzo de convivir con formas de vida animal que sorprenden en su hábitat. Caminando se obtienen recompensas como acariciar venados, acercarse a aves, buscar pequeños felinos, alimentar a los reyes de la sabana y enfrentar el miedo de tocar cucarachas o serpientes.

Sí, todo esto es posible durante un recorrido a la luz de la luna y de unas cuántas linternas. Guiados por Juan Sebastián, esta oscura aventura por los senderos del Bioparque educa sobre el riesgo que corren los animales en cautiverio.

Desde el ingreso a Amaru, los ojos se alimentan de la belleza de la ciudad. Está emplazado en la parte alta al este de Cuenca, el Bioparque deslumbra con una privilegiada vista. De inmediato, el visitante se dispone a caminar por senderos naturales durante las mejores cuatro horas de una noche bajo la luz de la luna.

Paso a paso, se siguen las luces de las linternas. Temerosas miradas se pierden en la vegetación. Muchas historias surgen en el camino, tristes y desgarradoras. La que a muchos atravesó la garganta como una daga fue la de ‘Afra’, una leona de 20 años de edad.

Esta felina tuvo la ingrata suerte de llegar a un circo en el que aprendió a obedecer a los humanos. Pero como cualquier madre, no hay mayor dolor que aquel provocado por tocar a sus hijos. Ella reaccionó a la violencia de su amo.

Mientras este intentó educar a su pequeña cría, un golpe dio al inocente animal. Como respuesta, probó la garra de la indignada leona. El castigo por la reacción de la madre fue cortar sus garras de raíz. Ahora carece de uñas y padece de serios problemas de vista.

Muchos de estos relatos acompañan el recorrido como una forma de sensibilizar sobre la amenaza del cautiverio y el contrabando de especies. En medio de las nocturnas historias, se permite alimentarlas.

El león, el rey de la sabana, gigante e imponente, observa cómo las hembras de su especie comen carne que es entregada por los visitantes. Lo mismo los pumas, que hacen gala de su agilidad felina trepando las altas mallas hasta conseguir el alimento.

Aves

Byron Fernández aguarda en la ‘Yachana’, aula abierta (traducción del quichua al español). Es el experto en cetrería, el oficio de adiestrar aves.

Relató el cuidado que le da a un búho y un águila pechinegra que están bajo su control desde hace meses. Educar, para él, es clave para entender la urgencia de estas especies por subsistir en entornos que no les corresponde por el abuso humano.

Miedos

En el área de los reptiles, las húmedas pieles de especies como tortugas y más de serpientes provocan nervios. Y es que, no es habitual tener tan cerca a una boa constrictor, e incluso poder tocarla.

La apodan la ‘matacaballos’. Y de a poco su presencia se torna amigable. Cámaras, luces, miradas de asombro y miedo llenan el cuerpo del reptil. Este solitario animal tiene mala fama por su gran tamaño.

Pero resulta que, escuchando a los expertos, no ataca a humanos, a menos que se sienta realmente amenazada. Es más, son raras las ocasiones que se ha alimentado de un ser de ese tamaño.

El guía, esta vez llamado Nelson, demostró que es un animal inofensivo y que solo agrede en momentos críticos. “Debemos respetarlos, pero también aprender a conocerlos”, comentó. De pronto, las asustadas miradas se transformaron en ojos de ternura y admiración.

Esta es la magia de conocer, aprender y adentrarse en el mundo de las incomprendidas especies a las que tememos los humanos.

Otras especies

Osos andinos, oncillas, erizos, venados, cucarachas y otros felinos complementan el nocturno recorrido que está matizado por los sonidos de los ‘seres de la noche’, que aprovechan la oscuridad para hacer sus cotidianos quehaceres.

Recomendaciones

Victoria Arbeláez, administradora del espacio, recomienda estar atentos a las redes sociales de Amaru para conocer la programación del próximo safari nocturno. Solo se hacen en luna llena.

El costo individual es de 40 dólares para personas mayores de 13 años y 25 dólares para niños de 4 a 12 años. Es recomendable acudir con ropa abrigada, zapatos cómodos y linterna.

¿Cómo llegar?

Para llegar a Amaru se debe tomar la vía rápida Cuenca – Azogues y en el kilómetro 10, sector Hospital del Río, acceder a mano derecha, después del intercambiador. Hay un letrero que da la bienvenida. Se asciende unos 700 metros por una calle de lastre hasta toparse con otro letrero que indica el acceso al parqueadero del bioparque.

DATOS

– Para mayor información, descuentos y paquetes para grupos contactarse al teléfono móvil 096 995 6055.

– El safari nocturno incluye regalos y comida en el bar ubicado junto a la escultura gigante de un volcán.

– El tiempo de duración del safari es de aproximadamente cuatro horas.