Una luna inmensa se clavó en las pupilas de la ciudad amada y, por un instante, olvidamos los rituales tribales de la monarquía británica, el obligatorio juicio a Lasso (puesto que quién no lo teme, no lo debe) y los dimes y diretes de los acontecimientos terrenales. El resplandor de la luna de las flores, obligó a soñar y al “olvidado asombro de estar vivos” sin embargo, una vez más, la realidad real llama y clamamos por los que no tienen voz y por todo aquello ante lo cual debemos sostener la nuestra; más allá de nuestras condiciones personales, tenemos la obligación de seguir denunciando, conversando, poetizando, dialogando. Selene tiene la capacidad hipnótica del olvido y su belleza es tan real como el cambio climático, la soledad de los ancianos y la ignorancia masiva frente a la corrupción planetaria, la luna absorbe nuestra memoria y nos deja abismados con su serena fugacidad. Puntual, el sol aparece y el reto de un nuevo día de “presta nombres” con el narcotráfico y las demás pestes nos obliga a caer de bruces en la pelea de la escritura más allá del hechizo y la comodidad del olvido porque, definitivamente, no podemos mirar a otro lado en un país que necesita la luz directa, el juicio claro y la ponderación con un pensamiento positivo y equilibrado. (O)
CMV
Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.
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