Quienes vivimos en Los Andes sabemos la importancia que los árboles tienen para prevenir la erosión de los suelos y los deslaves, además de dar sombra y ser hogar para aves y otras especies animales. Sin embargo, los datos más actualizados del Ministerio de Ambiente (2021) indican que en Ecuador se pierden alrededor de 95 mil hectáreas de bosque anuales, mientras que el Programa de las Naciones Unidas por el Medio Ambiente menciona que cada año se destruyen en el planeta aproximadamente 12 millones de hectáreas de superficie forestal.
Los árboles son nuestros aliados en la lucha contra el calentamiento global ya que absorben el dióxido de carbono (CO2) del aire. El CO2 al igual que otros gases de efecto invernadero atrapan el calor en la atmósfera, lo que ocasiona un cambio climático al aumentar la temperatura del planeta, sin embargo, expertos afirman que la siembra masiva de árboles en todo el mundo puede reducir hasta dos tercios de las emisiones de gases de efecto invernadero, sin contar con otros múltiples beneficios para el medio ambiente.
Por otro lado, existe la creencia popular de que debemos sembrar por lo menos un árbol a lo largo de nuestra vida, creencia que algunas personas como el escritor y agricultor orgánico español Joaquín Araújo se ha tomado muy en serio al plantar más de 26 mil árboles, uno por cada día vivido. Frente a este entusiasmo, que sembremos uno o dos no parece ser mayor esfuerzo, y su efecto multiplicador se notará.
Los árboles más efectivos en la lucha contra el calentamiento global son aquellos de rápido crecimiento y larga vida útil. Los árboles nativos por su parte son más efectivos que las especies introducidas ya que se adaptan mejor a las condiciones locales. Hagámoslo ya. (O)
@ceciliaugalde