Escribir y hacerlo con propiedad, no es nada fácil. Peor aún ser un crítico literario, donde pesan muchos monstruos con el peor de sus pecados, la egolatría. El escritor de por sí capaz, inteligente, peca en más o en menos en este yerro, que le vuelve reacio a la crítica bien intencionada y propositiva para el mejoramiento de su obra y más bien le enfrenta al rencor y la beligerancia con quien opina sanamente de sus escritos.
No debemos descuidar, además, que muchos escritores tienen pecados frecuentes como la envidia y la sobrevaloración de sus personalidades, la gran mayoría apreciadas y otras bajo el menudo parapeto del orgullo.
Antonio Sacoto, maestro enorme, incansable en su labor literaria especialmente en la crítica altiva y certera, la más difícil y de largo discurrir, lo insisto, presenta su último libro, LA NOVELA ECUATORIANA en el auditorio de la UDA el viernes 12 de mayo de 2023 a las 11 am. Pasados mis ojos admirados y complacidos por renglones de este importante y nuevo aporte del maestro, veo con sincera valía, un importantísimo tribute y crítica de la abundante novelística ecuatoriana, donde demuestra, con nombres y abrumadora presencia de escritores, sus inscripciones en un año de concurso del género novela.
Luego viene el arduo, pero placentero camino. De uno en uno y en orden cronológico, van subiendo al cenit de la novela, nombres inmensos. Novelas largas, cortas, de variadísimo jaez, son desmenuzadas con trazos de pulcritud crítica sin precedente, donde Sacoto dice su parecer y enseña y mucho a entender cada tipo de novela y su pelaje. Nombres consagrados se suceden mágica y armoniosamente.
Empieza con “la Emancipada” de Riofrío en el 1863 y “Cumandá” de León Mera en 1879, para luego regar como granizos en los prados, maravillosas páginas de plumas luminosas, con nombres como Manuel J calle, José de la Cuadra, P Palacios, Zaldumbide, Benjamín Carrión, Cárdenas Espinoza etc.
Alrededor de 240 novelas son desmigajadas con prolija paciencia. Obra inmensa y cordial de un saber, estoicismo y maestría, que sin escatimar tiempo ni estudio, va formando una biblia de la novelística ecuatoriana, tan florida, dispar, apreciable. Siempre es noble inclinarse ante un personaje de inmensa valía y lo hago frente a mi amigo y maestro Antonito, con quien mantengo cordial y altiva epístola que me enriquece y me enseña de forma franca y respetuosa. Aplausos y felicitaciones por su monumental obra, que engrandece las letras ecuatorianas y latinoamericanas en superlativo grado.