Elecciones en la Asamblea
Desde el retorno a la democracia, la elección de dignatarios para la Asamblea Nacional nunca estuvo polarizada, peor supeditada a un juicio político a un Presidente de la República.
En ese marco, este domingo se elige presidente y dos vicepresidentes, de la Asamblea, cuya aceptación popular es deprimente hasta no más.
En el juicio político al presidente Guillermo Lasso hay dos bandos claramente definidos, si bien la incógnita es el número y el titubeo de algunos legisladores cuyos votos inclinarán la balanza, sea para censurarlo y destituirlo, o para salvarlo.
En ese forcejo se fraguan las candidaturas, sin duda alguna; pues, tanto el gobierno como la oposición pretenden controlar la Asamblea. En consecuencia, todo está en juego, incluyendo la estabilidad política del país.
El correismo (Unes) se adelantó y mostró su afán denodado por no soltar ese control. Su candidato es el actual presidente Virgilio Saquicela. Según la oposición y quienes analizan los vaivenes de la política ecuatoriana, es el más indicado para cumplir sus intereses y guiones. Lo ha demostrado hasta de forma poca disimulada, como ahora con el juicio político, cuestionado por carecer de un informe debida y legalmente sustentado.
Respecto de esa candidatura, resta saber la posición del diezmado bloque socialcristiano, si bien es evidente su acuerdo con Unes, con los disidentes de la ID y con Pachakutik, cuya aspiración de dirigir la Asamblea tampoco se descarta.
Todo un entresijo de intereses, menos los del país, o a medias, como para ocultar la pugna de poderes, un mal endémico del Ecuador, fácil de profundizarse si Lasso no es destituido.
Si lo es, nadie le garantiza estabilidad al sucesor, excepto de entregarse a esos grupos políticos.
El juicio político será determinante en las elecciones de hoy en la Asamblea. Sus dignatarios y de más legisladores podrían durar pocas horas si Lasso opta por la “muerte cruzada” cuya causal debe estar lista en su despacho.