Un joven político, con suficiente experiencia en los entremeses de la administración municipal toma posesión como alcalde. Se ha catapultado con esfuerzo propio, con valentía y argumentos en sus denuncias y demandas, a fin de salvaguardar la economía de los cuencanos como el de los famosos radares, un verdadero botín de dinero para los empresarios y quién sabe, si también para los adjudicatarios. Tanta fue su firmeza, que dijo los retiraría apenas asuma la alcaldía y si es necesario consultaría a la Procuraduría del Estado para devolver el dinero de las multas.
Lo que al parecer sólo fue demagogia, se ratificó cuando ya electo alcalde. Toma el sillón municipal con más adeptos de cuantos votaron en las urnas por él. Su decisión y pulcritud se ha evidenciado en la presentación de la burocracia que lo acompañará, que dicho de paso ha sido más obesa que el de la función Ejecutiva en época populista, cosa que debería reestructurar con el fin de que los recursos del pueblo no se diluyan en personal sin oficio ni beneficio.
Su discurso ha sido claro, pero también enfático, que no se piense vaya a caer en el espectáculo fantoche de similares en otros lugares o aquí mismo. Tiene que representar con dignidad y entereza a una ciudad considerada como Atenas del Ecuador, Patrimonio de la Humanidad, Ciudad Universitaria… Debe ser la autoridad en que se refleje las cualidades de la urbe, que la haga respetar cuando se la quiera maltratar, enfrentando con integridad y con la ley en contra forajidos y agitadores enajenados, que ya lo han agredido en épocas pasadas con una autoridad que hacía la del avestruz.
Ha comenzado bien señor alcalde. Le insinuamos que distinga los dos tipos de gobierno aristotélico: el que atiende al bien común y el que atiende los bienes particulares, o lo que sería lo mismo: el que defienden al pueblo del dinero o el que defiende al dinero del pueblo. Ud. Ing. Zamora es joven y tiene un porvenir auspicioso si trabaja con prudencia, con honradez y con eficiencia.
La ciudad está asediada por la delincuencia, por la incuria del gobierno, por los abusos en tributos, por la negligencia y despotismo de funcionarios, por el caos en el tráfico, por la suciedad a consecuencia de mala vecindad, de perros y otros animales que han hecho de los parques y parterres alcantarillas… A gestión debemos acolitar los ciudadanos con nuestras obligaciones. (O)