No por inusuales, atípicas y al apuro, las próximas elecciones deben condimentarse con estos ingredientes.
El Ecuador no estuvo preparado para una decisión drástica, si bien constitucional, como la muerte cruzada. En tales circunstancias los tiempos políticos y electorales apremian.
El Consejo Nacional Electoral (CNE) aprobó el inicio del Proceso Electoral y del Periodo Electoral, convirtiéndose, ipso facto, en máxima autoridad en ese ámbito.
No es ser suspicaces, pero el CNE debe dar confianza, en especial, sobre su centro de cómputo. Se han tejido una serie de dudas técnicas, comenzando por una supuesta manipulación en las sombras.
Tras la elección presidencial de Lenin Moreno quedó la duda; incluso en las efectuadas en febrero de 2023, cuando su vicepresidente, Enrique Pita, denunció el funcionamiento de un centro de cómputo paralelo en la Delegación del Guayas, si bien no se la probó. El gerente de una respetable encuestadora presentó otras.
La tecnología ni se diga en materia electoral, está sujeta a la mano del hombre. Por eso mismo, la institución, desde ya, debe mostrar cuan libre de “contaminación” está su software. Insistimos, no se trata de generar sospechas; sí de exigir garantías pensando en el respeto a la voluntad popular.
Los otros ámbitos corresponden a los actores políticos. Están apurados en busca de candidatos a la presidencia de la república y asambleístas. Una tarea compleja.
Deberán considerar la sensación de repugnancia popular, producto de la última pugna de poderes, y del cuasi fracaso del gobernante de turno, si bien, en gran medida, por incidencia de esta lucha visceral.
Buscar candidatos a asambleístas será lo más duro. No se les ocurra plantear la reelección de los despedidos. Sería una afrenta al pueblo. Deben convencerle, además, de cuán necesaria es la Asamblea y, por eso mismo, escoger a los mejores de los mejores ciudadanos.
Nunca el país estuvo frente a semejante momento político.