Género común y paridad de género
El mundo contemporáneo está llegando al caos, entre otras causas, por el desconcierto de líderes atolondradas y obnubilados por el poder, con ideologías que ni ellos mismos lo entienden menos practican, pero que hacen repetir como cotorras a sus adictos eslóganes de recuelos revolucionarios, verbo y gracia, la paridad de género y la violencia de género, sin advertir que esto último, por ejemplo, es un constructo de la sociedad judeocristiana y heteropatriarcal, que sólo se conseguirá cuando los varones seamos reeducados en el hogar y en la escuela.
Inocente sería suponer que Marcuse en El ‘hombre’ unidimensional, Ingenieros en El ‘hombre’ mediocre, Nietzsche en El ‘Superhombre’, Fukuyama en El fin de la historia y el último ‘hombre’, etc., hayan querido referirse solo al varón. Tampoco que Hobbes en su Leviatán haya querido referirse al varón en su frase El ‘hombre’ es un lobo para el ‘hombre’, menos Jesucristo en su sentencia: Hagamos al ‘hombre’ a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza. Todos se refirieron a la especie humana con capacidad de razonar, hablar y fabricar objetos, sin distinción de sexo ni de género.
Los profesores de gramática, en todos los niveles, me enseñaron que en el español o castellano hay dos géneros: el masculino, que corresponde a los varones y animales machos, y el femenino, que incumbe a las mujeres y animales hembras. Ningún sustantivo ofrece en español el género neutro, aunque haya quienes defienden al género como la necesidad gramatical de concordar con una u otra forma del adjetivo, ejemplo: hombre será de género masculino, simplemente porque concuerda con el adjetivo masculino BUENO.
La DRAE, en la primera acepción de HOMBRE señala: es un nombre masculino y hace relación al ser animado racional: varón o mujer. Define a sustantivos como éste de género común, que dice relación a masculino o femenino. Más tarde se identificó a nombres comunes, epicenos y ambiguos, omitiendo el género común. ¿Qué pasa con la paridad de género? Paridad es derivada del latín, fruto de la suma de dos partes: PAR, que se traduce como igual, y el sufijo -DAD, que es equivalente a cualidad.
En oposición a estos antagonismos provocados por los falsos, que se sirven de movimientos y minorías emergentes, el marxista e historiador E. Hobsbawn señala que, detrás de ellos hay siempre la busca de ventajas egoístas, como la discriminación positiva, cuotas en puestos de trabajo, etc. ¡Cuánta razón tuvo el británico”! (O)