¿Qué nos viene ahora?
Al fin sucedió lo que la gente pensante veía inevitable y que debió suceder mucho antes: la disolución de esa Asamblea Nacional convertida en el centro de desestabilización del país y en reducto de gente falta de honestidad y preparación como ese tal Presidente de la misma.
Guillermo Lasso, hombre de exagerada timidez para tomar decisiones importantes, pero enérgico para proteger a delincuentes de “alto copete” de su pésimo gobierno o vinculados con él, tomó la decisión al verse acorralado y listo para ser destituido. Creímos, equivocadamente, que por haber sido un buen Gerente de Banco iba a ser un buen Presidente de la República.
Se nos viene encima, con apabullante crudeza, la elección de nuevo Presidente y Vicepresidente, así como de Asambleístas. Sería lógico esperar un cambio de rumbo de ambas funciones del Estado, Ejecutivo y Legislativo, pero conociendo al electorado de este país, no podemos tener ni la más mínima esperanza de que tal cosa suceda.
Ya están afilando sus garras los correístas para tratar de adueñarse nuevamente del país y continuar el saqueo y los abusos a que se acostumbraron en los años de desventura de la década infame. Son manejados por vía telefónica y telemática por los dirigentes prófugos y por aquellos que están encarcelados. Para lograr sus fines solamente necesitan poner a una serie de fulanos y fulanas que no entiendan nada de legislación pero que seas obedientes a las órdenes emanadas desde las alturas de esa especie de mafia. Solamente esos falsos dirigentes políticos que pecan de ingenuidad o mala fe piensan que el electorado sabrá o podrá escoger mejor que en las últimas elecciones.
Nos viene ahora un nuevo desbarajuste y una situación deprimente y cargada de desilusión. No ha cambiado nada de lo que vivimos hasta hace pocas semanas pues seguirán las mismas gentes incultas, sin preparación de ningún tipo, ansiosas de dinero y enriquecimiento fácil, carentes de ética y de decencia. Ya tendremos que seguir contemplando el fraude manejado por la Atamaint y compañía. Volveremos a ser testigos del derroche del dinero del país por centenares de millones en nuevas elecciones deprimentes y con resultados nefastos como consecuencia de la actual Constitución y de los vicios correístas impuestos desde hace muchos años. (O)