Venezuela enfrenta una profunda crisis humanitaria que ha desencadenado una migración forzada masiva, como resultado del modelo populista socialista implementado por Nicolás Maduro y Hugo Chávez, en donde la influencia del ex presidente ecuatoriano Rafael Correa ha sido significativa en esta problemática.
La migración forzada es la manifestación más dramática de la crisis venezolana que la constatamos cada día en nuestro país. Según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), más de 7 millones de venezolanos han abandonado su país en busca de mejores condiciones de vida. Estas personas se enfrentan a una situación desesperada, sin acceso a servicios básicos, sin empleo, sin techo, en suma, abandonados a su suerte.
Según un informe de la ONG, Observatorio Venezolano de Servicios Públicos, más del 80% de la población experimenta cortes regulares de agua potable, lo que ha generado graves problemas de salud y saneamiento; los apagones eléctricos son frecuentes, dejando a comunidades enteras a oscuras durante días.
Otro indicador alarmante de la crisis humanitaria es la pérdida de peso de la población venezolana. Según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI), el 96% de los hogares venezolanos se encuentra en situación de pobreza, y el 79,3% vive en situación de pobreza extrema. La falta de acceso a alimentos ha provocado que el 65% de la población haya perdido peso en los últimos años. La desnutrición y el hambre son problemas graves que afectan especialmente a los niños.
Por si esto no fuera poco, la crisis también ha generado una degradación ambiental significativa. La minería ilegal, la tala indiscriminada de bosques y la contaminación de los ríos son solo algunos ejemplos de cómo el modelo populista socialista fracasó.
Los ecuatorianos no podemos ignorar la grave crisis humanitaria venezolana, provocada por Nicolás Maduro y Hugo Chávez, quienes han dejado un legado de devastación en su país.
Ahora bien, en el Ecuador, ¿quién amenaza con exportar este modelo? Es crucial analizarlo, más aún, en tiempos de convulsión interna y cuando tenemos que elegir la propuesta política que marcará nuestro futuro. (O)
