Josefina Cordero Espinosa, y su amor por Cuenca

Josefina falleció a los 102 años.

Dijo que siempre le fascinó el campo. En la niñez, sobre todo en las vacaciones, paseaba largamente por las haciendas de su familia, en donde disfrutaba del paisaje que luego describiría en sus múltiples textos.

Así fueron los primeros pasos de Josefina Cordero Espinosa, cuyo fallecimiento trascendió ayer en Cuenca, la ciudad que hizo suya a través de sus decenas y decenas de textos hasta sus últimos años de vida.  

“Cuenca era una ciudad niña, arrullada por el rumor de sus cuatro ríos, el tañer de sus campanas, el olor a pan y el vuelo de las golondrinas, una ciudad musical con las notas de los pianos escapando por las ventanas, con el rasgar de las guitarras en los serenos de la noche y a los dos en punto de la tarde el taconeo garboso de la chola en el empedrado…”, narró cuando estaba por cumplir 99 años.

Nacida en Cañar, el 24 de octubre de 1921, Cordero Espinosa convirtió a Cuenca en su espacio. Desde allí surgieron sus artículos que terminaron en El Comercio y en Diario El Mercurio.

En el caso del primero, según la Academia Ecuatoriana de la Lengua, Josefina desempeñó como reportera del movimiento social de Cuenca. A través de su trabajo, semanalmente, publicó sobre las fiestas, los recitales, los matrimonios, las condecoraciones, los reinados y los viajes de las personas de la ciudad.

Mientras que, en El Mercurio, escribió artículos de opinión, en los que hablaba de su pasado, de la poesía cuencana, de las tradiciones, de los lugares visitados. Una particularidad de esta acción fue que, muchos de sus artículos los escribió cuando se acercaba a sus cien años de vida.

La edad no le fue impedimento, ya que su lucidez, quizá porque se envolvió en la lectura desde niña, le permitió narrar lo vivido y lo leído. Basta con leer uno de sus trabajos para caer en la cuenta que, en todos sus artículos, implícitos o explícitos, reposan sus autores y lecturas, así como su gusto por lo que pasó.  

“Mientras avanza la vida, se van acentuando las añoranzas, los recuerdos hechos de ausencias, ese sentir que cualquier tiempo pasado fue mejor”, escribió Cordero Espinosa, como justificándose por aquellos textos que hoy pueden leerse en el internet. 

Trayectoria

Josefina Cordero Espinosa estudió en los Sagrados Corazones. A los veinte años, la mujer nacida en Cañar se casó con Jacinto Crespo Vega, con quien tuvo cinco hijos, entre ellos, María Rosa Espinosa Crespo, la maestra y escritora insigne de la ciudad de Cuenca.

A pesar de su habilidad para escribir y describir, recién el seis de diciembre de 2018 se incorporó como Miembro Honorario de la Academia Ecuatoriana de la Lengua.

Además de su labor como escritora, también fue pianista y compositora. A eso se suma sus habilidades para la gastronomía, tal y como lo recordó María Eugenia Moscoso cuando Josefina cumplió un siglo de vida.

“…refinada en su paladar y en su gastronomía, era ella la que horneaba el mejor pan y el mejor hojaldre…”, escribió Moscoso en un artículo dedicado a Josefina Cordero Espinosa, quien, si bien físicamente ya no está, todavía quedan sus bastos textos que dan cuenta de lo que fue, entre otras cosas, la Cuenca de antaño. (I)