Un aire tradicional otorgado por sus casas que, aunque han recibido retoques no se han liberado de su real esencia, la estrechez de la vía de adoquín y el apacible ritmo de la vida cotidiana, hacen de la calle Rafael María Arízaga un encanto turístico, histórico y cultural por conocer en el Centro Histórico de Cuenca.
Es una arteria del emblemático barrio El Vecino, sector que anteriormente constituía un paso obligatorio de entrada y salida en el norte de la ciudad. Ocho cuadras componen la que hace años fue llamada ‘La Calle Real del Vecino’.
Empieza en la avenida Huayna Cápac y termina en donde inicia la calle Padre Aguirre. Aunque luce regenerada, todavía mantiene sus características patrimoniales.
Las viviendas a primera vista llaman la atención por sus balcones floridos; además, su arquitectura engloba varios estilos de diseño en construcciones asociados con el periodo colonial.
Entre los oficios típicos que marcan el trayecto de esta calle cuencana está la fabricación de sombreros de paja toquilla, actividad que propició que el barrio sea conocido como el de ‘los cañamazos’ en alusión a quienes maceteaban y daban los acabados a los sombreros.
La hojalatería también se aprecia en el sector. Ángel Quinde lo mantiene. Recuerda que a sus 12 años aprendió la actividad. Comederos y bebederos para pollos; jarros, barriles, baldes y cernidores para la ganadería eran algunos de los trabajos que se hacían, ahora otros son los productos que mantiene el artesano.
Proyecto
En el sector se ubica actualmente el Economuseo que es parte del recorrido turístico del proyecto que surgió en mayo de 2016 y que busca potenciar esta actividad. Ahí, las toquilleras mantienen la labor que otrora identificaba a la calle Rafael María Arízaga, la primera vía de entrada a la ciudad.
El Economuseo fue inaugurado el 14 de noviembre de 2014 como parte de un plan de salvaguarda del tejido de sombrero de paja toquilla, actividad que el 5 de diciembre de 2012 fue declarada como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, por parte de la Unesco.
En diciembre del 2022, el sitio fue reinaugurado como Museo Municipal de la Paja Toquilla y el Sombrero como parte de una revitalización e implementación de nuevas salas expositivas.
“Que sea un turismo desde la tarde hacia la noche, pero un turismo más cultural, más arte, que lleguen pintores, artistas y más”. Así lo asume Jorge Herrera, presidente de la asociación de barrios de la parroquia El Vecino.
Junto con Ronald Chaca, coordinador de la Escuela de Turismo de la Universidad del Azuay, quien se interesó en exhibir a la calle Rafael María Arízaga como un lugar turístico, potenciaron y aplicaron una estrategia para que los habitantes se apropien del espacio.
Lo que primero buscaron, según Herrera, fue romper con ese estigma que tienen los ciudadanos sobre el sector: inseguro, peligroso. Después de ello trabajaron con los habitantes del lugar para que recuperen la identidad y sean protagonistas del proyecto turístico, cultural e histórico.
Así fue que los mismos ciudadanos se encargan de exponer los atractivos que tiene el lugar, como huertos internos en las viviendas, además de contar las historias de cada una de las viviendas patrimoniales y ofrecer lo que producen.
“Las vecinas que tienen sus huertos internos, hablan de cada una de las plantas que poseen, hacen una agüita y explican para qué sirven, eso es patrimonio intangible”, asegura Herrera.
Atractivos
Al paso se pueden encontrar murales que muestran el verdadero rostro de esta calle que ha tenido algunos problemas relacionados a personas que han llegado a crear otro tipo de percepción, “pero se ha hecho mucho para cambiar esos juicios de valor”, agrega.
Por muchos años El Vecino ha sido blanco de la inseguridad, quienes residen en el barrio quieren cambiar esa realidad a través del turismo. Mostrar el barrio, las mejoras y las casas de antaño.
Priscila Reyes ayer caminaba por el lugar con su celular en mano, mirando y tomando fotos de los atractivos del barrio. Ella es de Tulcán y llegó a la ciudad para conocer la zona. “Me gusta la cultura, me recomendaron este lugar y aquí estoy”.
Dijo que la gente se porta muy amable y le sirvieron como guía y aunque unos amigos le advirtieron del supuesto peligro en el sitio, recorrerlo le cambió la percepción. “Solo llegar aquí y de entrada ver esos murales, me da la impresión de que aquí hay mucha cultura e historia”.
A decir de Herrera, el circuito de la ruta de los murales refleja un estilo costumbrista que muestra la tradición y la vida cotidiana, leyendas, trabajos artesanales, entre otras actividades y sucesos icónicos de los habitantes de este barrio y sus proximidades.
Estos murales están en toda la extensión de la calle Rafael María Arízaga de este tradicional barrio.
Ahí se ubica también una oficina de la Guardia Ciudadana (Policía Municipal) lo que la hace un lugar más seguro y de fácil tránsito sin temor. El Consejo Cantonal de Protección de Derechos de Niños, niñas y adolescentes tiene presencia en este lugar que apuesta por un turismo sostenible y seguro.
Tradicional y patrimonial
Un referente de El Vecino está ubicado a pocos metros, en la conocida Calle del Rollo en donde es aún visible la Picota, un instrumento que fue utilizado para la ejecución de reos y tortura de delincuentes, en la época de la colonia. Aquí también está la plaza Joel Monroy antiguamente concurrida por poetas, intelectuales y periodistas.
Además, la iglesia y el convento forman parte del recorrido turístico cultural que promueven en el barrio. Se puede acceder hasta la terraza del convento y observar la ciudad desde otra perspectiva.
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nuevos murales se pintarán en la zona que representarán situaciones reales que vive la gente no solo del barrio.
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son los murales pintados por estudiantes de la Universidad de Cuenca en los que se plasmas las tradiciones de El Vecino.
2016
es el año en el que surgió el proyecto turístico que hoy le da una ‘nueva cara’ a la calle Rafael María Arízaga.