La central Paute-Molino

Sólo un visionario con altísima responsabilidad profesional para asumir riesgos y de pensar en el futuro energético del país, como Daniel Palacios, pudo concebir un proyecto hidroeléctrico en una zona por entonces inaccesible e inhóspita, como lo fue parte de los territorios de Azuay, Cañar y Morona Santiago, en cuyas oquedades fluye el gran río Paute.

La obra, en tanto en cuanto proyecto integral, fue construyéndose en sus diferentes fases (Molino, Mazar y Sopladora) de manera paulatina, a causa de altibajos económicos y hasta por indecisión política. Aún falta la ejecución de Cardenillo, en estudios desde hace varios años.

Considerada hasta hace poco tiempo como la hidroeléctrica más grande del Ecuador, la central Paute-Molino acaba de cumplir 40 años de operación comercial continua. Aporta con 1.757 megavatios al Sistema Nacional Interconectado.

Su administración está a cargo de la Corporación Eléctrica del Ecuador (Celec EP). Una de sus metas es modernizarla. Requiere alrededor de USD 180 millones.

Según Paúl Vásquez, gerente de la Unidad de Negocios de la Celec, está listo el levantamiento de las necesidades técnicas, actualizaciones, especificaciones y estudios de mercado.

Se trata de un “proyecto ambicioso”. Incluye la construcción de una subestación. Por lo tanto, será expuesto al Ministerio de Energía considerando la gran inversión requerida.

Si se toma en cuenta la precaria situación de la central Coca Codo Sinclair, la cada vez mayor demanda de energía y la casi segura necesidad importarla a causa del próximo estiaje, aquel Ministerio no escatimará esfuerzos para financiar el referido proyecto.

La Celec celebró los 40 años de la comercialización de Paute-Molino con un acto especial en la Escuela Amaluza. Bien por ello. Igual por su contribución para resolver necesidades de las comunidades colindantes.

Considerada como un desafío para la ingeniería civil, esa central es patrimonio nacional, pieza vital para encender los circuitos económicos del Ecuador.