El triste momento de inseguridad en el que vivimos y la indefensión manifiesta del ciudadano, nos aboca a implementar una ley muy conocida, la del Talión, que se basa en formalizar la pena y castigo, en igual y exacta proporción del daño causado. Ojo por ojo, diente por diente, es la más conocida, sin embargo, de parecer lógico, está basado el juzgamiento en un amplio campo subjetivo, de tal manera que puede ser tomado en justicia el ojo entero o solo una parte de él, convirtiendo esta ley en peligrosa y muy primitiva, aunque parecería justa.
“Ladrón cogido será quemado” “Barrio organizado” y otros muchos letreros y avisos, que de un tiempo atrás se volvieron comunes y se exhiben en muchísimos barrios, que, ante la orfandad de respaldo policial y gubernativo, pretenden defenderse en comunidad, pero creo que, se nos escapa de las manos la justicia correcta y ciega, que también es realidad. En el parque Calderón, centro el más certero centro de Cuenca, en días pasados fue volcado un auto por los ciudadanos que transitaban en ese momento en post de sus ocupaciones, logrando apresar a uno de dos supuestos delincuentes que intentaban secuestrar a una persona. Aplaudir la valentía de los cuencanos comunes ciudadanos, que en el momento estaban presentes en el lugar y tuvieron las agallas para implementar justicia, es de resaltar. Abortaron un grave delito, si, es verdad, pero tomaron la justicia en sus manos. La policía, de cualquier manera, no puede estar presente en cada metro ciudadano brindando seguridad, es obvio, pero debemos como sociedad organizarnos con un criterio y enseñanzas que salgan de las autoridades y seguridad públicas. La lucha contra la delincuencia se vuelve cuesta arriba y está empujada por fuerzas inmensamente ricas como las organizaciones narcodelictivas que se encuentran, la mayoría de las veces, en el trasfondo de todo. Acciones drásticas por la seguridad y lucha contra el delito, requieren ser implementadas por el gobierno de turno, sin embargo, todos estamos ocupados en lamentables desarrollos políticos como las elecciones, con demagogos e inútiles candidatos que, me temo, no tienen idea de cómo ayudar al ciudadano en su seguridad y bien vivir civilizado y racional. Todo termina en sanear la pulpa podrida del país, dentro de muchos frentes, claro, única posibilidad de salir del paso y lograr una convivencia pacífica y ejemplar. (O)