El problema del país es mas difícil de lo que pensamos. No se trata de cambiar a un presidente, como decía la vieja izquierda. ¿Qué va a pasar en la economía lejos de arrimamientos ideológicos o costumbres permanentes por imponer dogmas?
Para 2024 se calcula que el fisco dejará de percibir cerca de 2.000 millones de dólares, producto de la disminución del impuesto a la salida de divisas que se reducirá al 2 % a finales de 2023, tomando en cuanta que a inicios del año era del 4 % y que el gobierno acatando sus propios ofrecimientos debe reducir el porcentaje. Este impacto será de 450 millones de dólares.
Si en la consulta popular del Yasuní ITT para dejar en el subsuelo el petróleo gana el SI, el Estado ecuatoriano dejaría de percibir 1200 millones de dólares (12 % de la producción petrolera) lo cual deberá compensarse con reducción de importaciones o incrementos de impuestos como el IVA. Súmese a esto el impacto de 200 millones por el Decreto de la Ley Orgánica para el Fortalecimiento de la Economía Familiar, que reduce el pago del Impuesto a la Renta.
En una decisión sin norte, la Corte Constitucional dijo NO al Decreto de la Ley Orgánica Reformatoria para la Atracción y Fomento de Inversiones para el Desarrollo Productivo, bajo esa consideración teórica y poco fundamentada de que no es URGENTE, demostrando una miopía absoluta del conocimiento de la realidad del Ecuador, sin mediar siquiera el análisis de lo beneficioso que es en otros países el fomento de las zonas francas y la necesidad de exportar para obtener más ingresos de divisas.
Si hay segunda vuelta, el próximo presidente se verá en los apuros de aprobar un presupuesto para 2024 que en el mejor de los casos entraría en vigor con su aplicación práctica en febrero del próximo año, con lo cual el margen de maniobra será muy escaso porque ya desde octubre de 2024 empezará la campaña política para elegir autoridades en febrero de 2025.
Mientras todo esto ocurre, en la Constitución es mandatorio el incremento de los gastos en salud y educación anuales del 0,5 % del PIB. Y quien sabe si los precios del petróleo por su volatilidad sean más bajos de los esperados.
Cuando estamos impulsando un gasto corriente y de inversión con más racionalidad, el país se verá enfrentando a estas adversidades. Los vaivenes políticos y la irracionalidad con la cual algunos actores proponen planes que destrozan aun más la ya deteriorada seguridad jurídica del Ecuador, hacen sentir nerviosismo a los actores de la economía, y esto ya se siente en estos días en los niveles de consumo y cierta escalada de precios.
Hay que abrir bien los ojos para que nuestro voto en agosto devuelva algo de tranquilidad a un país ya agotado por tanta crisis. (O)