Uy, vaya ¡qué título! Así es my friend. Las vacunas están al orden del día en el Ecuador. Si tiene algún emprendimiento no se extrañe que lleguen unas lacras a pedirle una “colaboración” para darle protección. Una tasa que los delincuentes se han inventado para extorsionar a las personas. Y claro, ¡hay tarifas! Han puesto un precio dependiendo del tamaño del negocio.
Vivir con esta realidad es aterrador. ¿Cómo no quedarse atemorizado al ver a estos sagaces individuos secuestrar a quienes se han negado pagarles? Si se oponen, los llenan de plomo. Pum, pum. A sangre fría. Para ellos, la vida de la gente no tiene importancia. Vale menos que un rábano. ¡Malditos desalmados!
Me he desviado un poco. En fin, retomemos el tema. Las vacunas ahora se han instalado en otro círculo. Uno que ni si imaginan. ¿Cuál será? Le cuento. Estas prácticas han llegado al periodismo. Suena inverosímil, pero dicen que es cierto. Ahora supuestos periodistas se han malacostumbrado a pedir contratos de publicidad o asesorías en entidades públicas. De no hacerlo, aseguran que boicotearán la gestión de la autoridad y manipularán la opinión pública en su contra.
Vea usted. ¿Novedoso el asunto? No lo creo. Lo que sí es conocido es que hay malos comunicadores que hacen uso de su espacio para atacar o apoyar al gobierno de turno. Pero, si hay un contrato de por medio o “alguna cosita”, no pasa nada. Asimismo, hay empresas que para mantener oculta su mala gestión, acuden a los medios con suculentos contratos publicitarios para que los salven.
¡Seamos claros! El negocio principal de los medios de comunicación es la publicidad. No hay por dónde perderse. Siempre ha sido así. Sin embargo, imponer condiciones para influir en la opinión pública a cambio de un puñado de billetes verdes no creo que sea una buena idea. (O)
