Para la desconfianza

Juan F. Castanier Muñoz

No es muy difícil deducir que, si la Asamblea Nacional cesada gracias al mecanismo constitucional de la muerte cruzada, “gozaba” de entre un 3 a 5% de credibilidad o aceptación por la ciudadanía, lo lógico hubiera sido que los partidos y agrupaciones que tenían representantes entre los asambleístas, se esfuercen por buscar, en estas elecciones anticipadas, reemplazos a sus deteriorados “cuadros” legislativos, para por lo menos, presentar al electorado nuevas opciones, salvo excepciones que no llenan los dedos de una mano. Sin embargo, en un acto, no sé si de autosuficiencia, de revanchismo político o de inentendible quemeimportismo frente a las inquietudes comunitarias, buena parte de los asambleístas cuyo desempeño ha sido mal calificado por la opinión pública, se encuentran de candidatos a la reelección.

La bancada correista, conformada por 47 asambleístas, tiene ahora a 40 de ellos como candidatos a formar parte de la próxima Asamblea Nacional, es decir, que el 90% aspira a la reelección, y las decisiones de Bélgica han dado la “venia” para tal participación. Es obvio que no les interesa el discernimiento del electorado sino aquel voto cautivo que el populismo de izquierda ha logrado, hasta ahora, afianzar en el país.

En sus obsesivos planes sobre las amnistías o los indultos o, lo que es casi lo mismo, la “revisión” de sus procesos judiciales, a los miembros del clan correista, detenidos, fugados e indagados, no les importa para nada la calidad de sus cuadros legislativos futuros, su producción parlamentaria, la ética y la decencia en sus actuaciones políticas, lo que les interesa es el grado de lealtad y sumisión con las decisiones de su líder, así como su disposición permanente e incondicional para adherirse sin chistar a los lineamientos establecidos por “el innombrable”. Lejos se encuentran entonces los reales intereses nacionales, ¡esa es la gran verdad!. Priman, como desde hace muchos años atrás, los intereses personales o de grupo, que la ceguera de ciertos sectores sociales, inducida desde las tarimas o desde las redes, no les permite divisar con la necesaria claridad. (O)