Miguel Diaz Cueva

104 años fueron requeridos para tomar la humanidad y presencia de Miguelito, mi amigo. 104 años que duró su paso por la tierra, siempre apegado a la cultura y aferrado al rescate de la historia nuestra. Serán necesarias centurias para tratar de borrar sus enseñanzas y sus valiosísimos trabajos en bien de Cuenca y especialmente de la región austral ecuatoriana.

Su maravillosa biblioteca, junto con la también esplendida de mi tío Guillermo, fueron las que me dieron luces muchas veces en mis investigaciones, especialmente en la colección que esta por salir “lirica Medica Azuaya”.

El olor típico de los libros guardados en sardineles de pulcra organización, cundía cuando uno entraba en su biblioteca. Parecía que cada una de las páginas organizadas sabiamente, estaban listas a ser consultadas y su mano llegaba con una precisión impresionante al exacto volumen requerido. La mayoría de libros estaban encuadernados y humildes folletos se los veía jubilosos en esplendidas portadas con letras de oro, cosa lograda en un pequeño taller artesanal adyacente, en un pequeño cuartito, donde guillotinas, prensa, engrudo y pequeñas herramientas, trasformaban a libro fino los apéndices humildes editados en papel periódico. Su colección fantástica de fotos de la cuencanía, con sus tradiciones y personajes de historia comarcana, fue otra de sus joyas, junto con colecciones de medallas conmemorativas, tesoros que, según la última noticia que tuve, fueron vendidas a una institución y con ellos preservadas para la historia.

Si bien tengo que aceptar que hoy archivos infinitos y cosas mundiales y profundas están en nuestras manos con los celulares y computadoras, donde conseguimos con un clic toda la exuberante enseñanza que requerimos en un segundo, es también verdadero que la biblioteca de Miguelito tiene el perdurable mérito de haber logrado recopilar un inmenso e importantísimo bagaje de información local y regional y del Ecuador mismo, razón más que indispensable para que sus queridos estantes, sean comprados a  sus hijos por instituciones, para ser salvados. Cuenca y región deberían luchar para que esto suceda. Existen muchos renglones áureos en los anaqueles, para que sean olvidados y sea pitanza de polillas.

Yo despido a Miguelito con un aplauso y reverencia. Muchas veces consulté sus archivos arropados por su paciencia y sabiduría y con el recuerdo de su bella esposa, Angelita, que fue compañera de escuela y entrañable amiga de mi madre. (O)

CMV

Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.

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