Ecuador de Colores, folclor transformista que reivindica diversidades y derriba prejuicios

Uno de los integrantes de Ecuador de Colores, la primera agrupación ecuatoriana de danza y folclor transformista del país, revisa el vestuario antes de un ensayo, el 27 de junio, en Quito (Ecuador). Foto EFE

El folclor y el transformismo, dos elementos aparentemente antagónicos, se fusionan con gracia y estilo en Ecuador de Colores, la primera agrupación ecuatoriana de danza transformista, que busca reivindicar a las diversidades de la comunidad LGTBIQ+ a través de los bailes autóctonos y tradicionales.

Lentejuelas, brillantes, vistosos maquillajes y coloridos accesorios se integran a las vestimentas tradicionales de Ecuador para completar la transformación de sus integrantes y expresar su diversidad a través de la danzas folclóricas del país.

«Es un refugio para los bailarines, un espacio donde ellos se pueden sentir cómodos y felices«, cuenta a EFE el fundador del grupo Edison Anchundia, durante un ensayo del grupo, que prepara una actuación para uno de los actos conmemorativos del mes del Orgullo.

«Por medio de nuestro arte estamos reivindicando derechos de nuestra población que tan olvidada ha sido, que todavía sigue con esa lucha, defendiendo a nuestra población de los ataques que se vienen suscitando», añade.

El proyecto comenzó hace unos dos años con ocho bailarines y ya ha crecido hasta los dieciocho sin discriminar a nadie, pues en esta agrupación son bienvenidas todas las identidades y diversidades, de modo que hay homosexuales, lesbianas pero también heterosexuales.

El proyecto comenzó hace unos dos años con ocho bailarines y ya ha crecido hasta los dieciocho sin discriminar a nadie. Foto EFE

Del miedo a la aceptación

«Al inicio tuvimos mucho miedo, porque no sabíamos cómo iba a resultar«; reconoce Anchundia ante la apuesta arriesgada de presentar un arte transformista en un país mayoritariamente conservador en asuntos sociales.

El impulsor de la agrupación, inspirada en otras con más trayectoria en Latinoamérica como México de Colores, dio el paso una vez que falleció su padre que «era súper homofóbico» y «siempre mantuvo esto como en secreto«.

Pese al temor inicial, la recepción fue positiva por parte del público local, «y gracias a Dios se ha enamorado de Ecuador de colores», narra Anchundia, que formó parte del Ballet Nacional durante diez años.

«El público nos ha aceptado justamente por eso, porque el folclor ha sido nuestra herramienta (…) porque lo hacemos como una disciplina, con una formación, que sea muy estético y que no transgreda la cultura. Más bien tratamos de conservar los vestuarios tradicionales y les damos nuestro toque» agrega.

El folclor ha sido la herramienta de este grupo. Foto EFE

Tradición transformista

También esto puede deberse al «acervo transformista» de Ecuador, según señala el fundador del grupo al recordar festividades donde los hombres se visten de mujeres como la Mama Negra, las guarichas o las mismas viudas de fin de año.

Si bien la agrupación se ha originado en Quito, ya les han llamado para actuar en distintas partes del país y en espacios organizados para el público general y no únicamente dirigidos para la comunidad LGTBIQ+. Incluso en mayo viajaron a Abejorral (Colombia) para participar en el segundo Festival Nacional de Danza Folclórica.

«Tenemos también invitaciones para ir a actuar a Sao Paulo, a Argentina, a Cali (Colombia) y a Bogotá», enumera el creador de Ecuador de Colores, pero les falta el apoyo económico para viajar con su abundante y voluminoso vestuario.

«El gran limitante que tiene Ecuador de Colores no es ni siquiera el rechazo, sino el factor económico», lamenta Anchundia, que tuvo que aprender a coser para elaborar algunas indumentarias, mientras que muchos chicos no tienen trabajo, y buena parte «vienen a escondidas de sus papás» y se les debe ayudar para el transporte.

Embajadores culturales

De momento cuentan con Casa Somos San Marcos, un espacio cultural del Municipio de Quito, para poder ensayar, pero siguen tocando puertas de organizaciones no gubernamentales, empresas e instituciones para lograr financiación, ya que al salir fuera de Ecuador se convierten en «embajadores culturales» del país.

«Creo que este espacio es para crear primero grandes seres humanos con ética, con valores y luego con grandes ambiciones, es justamente lo que nos hemos propuesto», concluye.

Entre los integrantes de Ecuador de Colores está Brian Caro, un bailarín de ballet que ha encontrado en esta agrupación «algo diferente» y ha tenido la posibilidad de aprender «otro tipo de expresión de danza a partir de la feminidad, desde un cuerpo masculino».

«Normalmente uno aprende a bailar el lado masculino de las danzas tradicionales, y no estás acostumbrado a aprender otro tipo de movimiento y hacerlo con la falda. Eso es totalmente nuevo para nosotros», explica Caro, que también siente la aceptación del público pese al temor inicial del «qué dirán».

Para noviembre Ecuador de Colores espera organizar su segundo Encuentro Latinoamericano de Artes Transformistas – Hemisferios Diversos, donde esperan poder recibir agrupaciones de Colombia, Argentina y España, tras una primera exitosa edición en la que afirman haber alcanzado una audiencia de 20.000 espectadores. EFE