El barrio La Ferroviaria quiere ser un atractivo turístico

En Cuenca existe un barrio que hace honor a la memoria de los ferrocarriles. Hoy, habitantes de este sector intentan que esos recuerdos sobrevivan para recuperar lo poco que queda del paso del tren que, en su momento, fue una de las principales atracciones de los cuencanos.

Carmela Tapia tiene 75 años de edad y vive en el barrio La Ferroviaria. Es propietaria de una tienda en la calle Capulispamba y los ferrocarriles siempre han estado presentes en su vida. Desde la infancia, en su natal Chimborazo, creció cerca de la estación de trenes de Sibambe.

Se despertaba con el sonido de la locamotora. Más tarde, como marcada por el destino, se estableció en este barrio de Cuenca destacado por la actividad ferroviaria. Aquí reside desde hace 39, la misma edad de su último hijo. Siendo parte de esta tradición, añora los días de la llegada de los trenes.

“Sería un sueño tener las memorias de aquellos años en un espacio dedicado solo a la historia de La Ferroviaria”, comentó con mucha nostalgia. Además, ha visto al barrio cambiar, por ejemplo, de vías de tierra a calles pavimentadas, aunque estas ya necesitan atención, agregó.

Cambios

En la actualidad, el sector no ha cambiado mucho, aseguró Xavier Chogllo, presidente del barrio. “Los pequeños aportes que hemos logrado, se lo ha hecho con la ayuda de la gente”, adelantó el representante.

En ese afán de conseguir los cambios, dieron los primeros pasos. Limpiaron el inmueble en el que funcionaba una antigua vivienda usada por los ferroviarios. También ejecutaron mingas para limpiar las áreas verdes.

Esto con el anhelo de levantar un museo del tren, aseguró Chogllo. “La idea ya está, solo falta el apoyo de las nuevas autoridades”, comentó. Y recordó que una de las propuestas de campaña del actual Alcalde, dentro de su plan de administración, consiste en recuperar los espacios abandonados del ferrocarril en Cuenca.

Esto lo tienen presente el presidente y los vecinos de La Ferroviaria. Pero esperan más: Implementar un museo, mejorar las áreas verdes, arreglar una cancha deportiva y contar con un parque infantil.

Por ahora tratan de mantener limpias las zonas de lo que queda del ferrocarril. En el caso de las góndolas, buscan recuperarlas para colocarlas sobre los ejes y encarrilarlos.

Propuesta

Chogllo mostró a El Mercurio que el barrio tiene un proyecto para el mejoramiento de áreas verdes. Se trata de implementar zonas recreativas y lúdicas en un área superior a los 10.000 metros cuadrados.

Dentro de la recuperación, el museo deberá contar con elementos de la historia de los ferrocarriles, fotografías, memorias de personajes importantes, y que aún viven, además de información explicativa en la estación que ayude a los visitantes a conocer las actividades que en este espacio se ejecutaban.

La meta, expresó Chogllo, es convertir al barrio en un atractivo turístico. “Hay el espacio, los estudios y la disposición de la gente”, enfatizó. Con esto se vinculará el museo y la casa de exposiciones Quinta Bolívar y otras zonas históricas que pertenecen al barrio. (I)

Los cambios inician con mingas

Con los vecinos se plantean mingas permanentes para evitar que desconocidos se tomen las infraestructuras que quedaron de la estación. Así se limpiaron paredes, quitaron ventanas, también las cubiertas y, ahora, esperan convertir el área verde del barrio en una zona de encuentro cultural, deportivo y de memoria. Se han colocado tres letreros para prevenir hechos de delincuencia. Por otra parte, han recomendado a los grafiteros que eviten tomarse las paredes de la estación. (I)

PERSONAJE

El telegrafista de La Ferroviaria

Wilson Chogllo fue el último jefe de estación del tren y telegrafista de la estación Miguel Ángel Estrella de Cuenca. /FCS
Wilson Chogllo fue el último jefe de estación del tren y telegrafista de la estación Miguel Ángel Estrella de Cuenca. /FCS

Don Wilson Chogllo fue el último telegrafista y jefe de la estación ‘Miguel Ángel Estrella’ de Cuenca. Hoy, con 73 años a cuestas y tras haber padecido un derrame cerebral, es parte de la memoria de los ferrocarriles. “Épocas gloriosas del tren”, comenta Don Wilson.

Con una actitud siempre amable y alegre, relata algunas vivencias en esta empresa. Dice que aprendió el oficio de la telegrafía motivado por su padre. Entonces, con solo 19 años, fue contratado como telegrafista en la estación local. Recuerda claramente los días de trabajo, enviando y recibiendo comunicados. Nacido en El Tambo, llegó a Cuenca en donde se radicó con su esposa, Elena Bravo. Lo que le trae mucha nostalgia es recordar que el desastre de la Josefina, en 1993, le quitó lo que más amaba: su trabajo. Terminó su actividad viendo cómo se llevaron el tren de la estación en una oscura noche. De todo lo que tenía quedaron solo dos góndolas, el taller y la casa de alojamiento del guardián del taller. Hoy extraña el sonido de las locomotoras y sus ojos se iluminan cuando habla de los 23 años de trabajo en la estación de Cuenca. (I)

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