El proyecto de agricultura sintrópica que busca ofrecer un refugio natural en Portugal

Montemor-o-Novo (Portugal).- En los años 1980, el suizo Ernst Götsch llegó a Brasil y dio con una técnica agrícola que imita la naturaleza, mezclando diferentes tipos de plantas -árboles frutales, vegetales, arbustos- para lograr la mayor biodiversidad posible y, así, una mayor productividad.

Décadas después, la agricultura sintrópica sigue cobrando popularidad en Brasil y también al otro lado del Atlántico, en Portugal, donde familias como Joao Almeida y Martina Wiedemar se inspiran en ese concepto para embarcarse en proyectos que “trabajan con la naturaleza y no en contra de ella”, sostienen.

“La agricultura convencional ve los problemas de la naturaleza como un enemigo y quiere siempre atacarla con pesticidas, y quitarlo todo para empezar de nuevo; mientras que para nosotros es mucho más importante entender qué es lo que la naturaleza quiere para este lugar”, resume Almeida.

Él, economista lisboeta experto en sistemas alimentarios, y ella, geógrafa suiza de Berna en cambio climático, se mudaron al Alentejo. sur portugués, desde Suiza en 2019 para llevar a la práctica su idea de cómo construir un futuro mejor, teorías que comentaban a menudo pero que nunca terminaban de poner en marcha.

Finalmente, esta pareja decidió instalarse en el pueblo de Montemor-o-Novo junto a sus tres hijos, para construir allí una pequeña aldea, Gandum Village, y practicar la agroforestería y la agricultura sintrópica para alimentarse y, potencialmente, alimentar a sus huéspedes.

En medio del campo, a poco menos de una hora de Lisboa y 25 minutos de Évora, su proyecto es a la vez un restaurante de comida ecológica y producida -al menos en un 50 %- allí mismo, un área para celebrar bodas y otros eventos, un hotel rural con 18 habitaciones dobles, una pequeña piscina y un espacio de cotrabajo.

El objetivo, explican, es ayudar a las personas más ligadas al ámbito urbano a conectar con la naturaleza y ofrecer también a las personas de allí, del pueblo de Montemor, o de Évora, así como a la gente de fuera, un lugar donde puedan trabajar, aprender de la agroforestería o simplemente comer o cenar en el restaurante, sin necesidad de quedarse a dormir.

Los pequeños edificios que conforman el hotel se han renovado con materiales naturales, o se están construyendo de cero con tapia -tierra comprimida-, “la técnica más tradicional en la construcción aquí en Portugal pero también en España, Italia o Grecia”, destaca Almeida.

150 paneles solares proveerán toda la energía que precisará el lugar, asegura la pareja, mientras que para optimizar el agua cuentan con un sistema de utilización de agua reciclada.

La forma en que ellos cultivan tiene entre sus ventajas un mayor aprovechamiento hídrico, algo que consideran muy importante en el sur de Portugal, cuando en verano, sobre todo, no hay suficiente agua, resaltan.

“La agricultura sintrópica mezcla en la misma línea árboles frutales con vegetales y árboles de bosque que ayudan a otros, les dan sombra, y así hay menos evaporación del agua”, precisa Weidemar.

Esta técnica no solo favorece la diversidad en las plantas -el sistema de Gandum alberga cerca de 100 especies diferentes-, sino también maximiza la variedad de insectos, aves y pequeños mamíferos, que contribuyen a mantener el equilibrio del ecosistema y ayudan a regenerar el suelo.

La riqueza de vida en el suelo, fruto de la biodiversidad y de las técnicas de plantación, lo hace más fértil -más sano- y, por ende, más capaz de fijar carbono, así como más productivo sin necesidad de fertilizantes, ni siquiera orgánicos.

“Nunca necesitamos usar pesticidas o fertilizantes porque está todo mucho más en equilibrio”, subraya Almeida.

Por otro lado, la diversidad en el sistema rebaja el riesgo de que se propaguen los incendios forestales, alega Weidemar, que aduce que estos grandes fuegos, si bien son muy comunes en Portugal, normalmente se dan en sistemas de monocultivo como los bosques de eucalipto, por ejemplo.

Así, aunque “financieramente, todavía no es una alternativa a la agricultura convencional”, según Almeida sus técnicas de agroforestería ecológicamente son mucho más productivas que el cultivo convencional.

La donación de 11 000 árboles por parte del proyecto europeo Life Terra, además, ha supuesto un gran alivio a la pareja, pues les ha ahorrado cerca de 30 000 euros, calculan, en la compra y plantación de los árboles.

Desde Life Terra, una iniciativa que busca reforestar Europa, defienden su apuesta por este tipo de cultivos en tanto que “maximizan todos los beneficios ecológicos” y mejoran “los valores de sostenibilidad” del entorno donde se asientan.

Los árboles cedidos a Gandum, de hasta 89 especies, servirán a la producción de diferentes maneras: por un lado, son aprovechables a nivel de consumo humano, pues muchos son frutales, mientras que otros aportan también alimento para la fauna local y contribuyen a elevar los niveles de biodiversidad, explican desde Life Terra. EFE