A partir de la crisis penitenciaria de febrero de 2021, el Ecuador volvió sus ojos hacia uno los lugares más complejos y difíciles del país: los Centros de Rehabilitación Social. Esta mirada permitió visibilizar a diversos seres humanos que existen, interactúan y forman parte de lo que llamamos “Comunidades Penitenciarias”, que están conformadas por las personas privadas de la libertad, sus familias, profesionales y personal administrativo que allí laboran. Entre ellos existen interacciones en dónde se evidencian: capacidades sociales, prácticas del cuidado, vínculos y afectos, y así mismo, las contradicciones, la violencia y la injusticia. Al decir “comunidad” no decimos armonía, sino hablamos de la complejidad humana.
Reconocer la heterogeneidad de la prisión es fundamental para construir Intervenciones Psicosociales para y entre estas comunidades. El reconocimiento de su existencia, sus circunstancias y realidades, es también un reconocimiento de las nuestras, pues no se trata de dos mundos separados por un muro, sino de un mundo fragmentado por rupturas, inequidades y desencuentros. El trabajo desde la Salud Mental es una apuesta arriesgada, pero indispensable si queremos pensar en la violencia desde sus diferentes aristas…esta es sólo una de ellas. (O)