Las pantallas y su uso desmedido han sido muy criticadas, y se les ha acusado de ser en gran medida las causantes de la falta de atención que muchas personas, sobre todo jóvenes y adolescentes presentan, sin contar con su efecto negativo en el rendimiento académico, así como en la capacidad general de concentración de sus usuarios. Sin embargo, si bien mucho de eso es cierto, resulta que las pantallas, en especial la de los teléfonos móviles no son la única causa de la crisis de atención que vivimos, la cual como menciona Johann Hari en su libro Stolen Focus (2023), es un problema que se identifica a finales del siglo XIX y que desde entonces ha empeorado y lo sigue haciendo a mucha velocidad.
A decir de Hari, la raíz del deterioro de nuestra atención la tiene nuestro estilo de vida, y no todas estas causas son tecnológicas, la alimentación, cultura laboral y contaminación ambiental se encuentran entre las causas que afectan nuestra atención, por lo que entre las sugerencias para mejorar nuestro nivel de atención se incluye una alimentación sana, actividad física, socializar y compartir actividades y tiempo con la pareja, amigos y familiares, además de cuidar del sueño y momentos de descanso para que el cuerpo y la mente repongan su energía.
Evidentemente, también es importante el control del uso de pantallas. Muchos estudios respaldan la idea de que la atención selectiva es un aspecto fundamental del procesamiento cognitivo, a lo que se suma que tenemos una capacidad limitada de la atención (Miller, 1950), por lo tanto, enfocarnos en múltiples tareas simultáneamente puede llevar a una disminución en el rendimiento de cada tarea individual, razones de sobra para bloquear las pantallas cuando deseamos mayor concentración. (O)
@ceciliaugalde