Un refrán que siempre me impresionó es el que dice: “Los amigos vienen y se van y los enemigos vienen y se quedan” ¿En dónde se puede encontrar una verdad más grande? Se quiere y estima a las personas que uno considera amigos y sin embargo, frecuentemente sin ninguna razón, comienzan a alejarse y dejan de ser amigos. Quedan como conocidos a duras penas y en el espíritu se anida una sensación de vacío, muchas veces dolor verdadero, al sentir el alejamiento de alguien verdaderamente querido que ha optado por dejar de ser amigo.
Hacer una amistad en muchos casos no es algo sencillo, requiere la realización de una serie de actos amistosos, de actitudes de acercamiento y demostraciones evidentes de afecto. Por eso es claro que perder esas amistades resulta penoso y causa dolor. Es menester que nos esforcemos en comprender esto para no herir a nuestros amigos.
La amistad es un hermoso sentimiento de afecto entre los seres humanos, con el principio básico de la reciprocidad pues si no existe esta condición no hay, en forma alguna, amistad. Cuando más se tratará de personas “conocidas” pero nunca de verdaderos amigos
¿Y los enemigos? Con o sin razón aparecen y se convierten en una dolorosa presencia en las vidas. Muchas veces habrá razón, pero frecuentemente se trata de malentendidos o intervención maliciosa y perversa de otras personas.
Muchísimos amigos he perdido, la mayoría por su muerte. Estoy impresionado dolorosamente por la desaparición reciente de uno más de quienes fueron mis queridos profesores, el Doctor Jorge Serrano A., valioso médico e inigualable caballero. De igual manera he sentido la pena de que muchos profesores, compañeros y hasta discípulos han muerto. No puedo pretender mencionar sus nombres porque son tantos que me faltaría espacio y es más que seguro que omitiría, de manera involuntaria, muchos de sus nombres lo cual sería penoso.
No creo tener enemigos. Sin embargo, a las personas que se consideren ofendidas en alguna medida por mi persona, de forma involuntaria e inadvertida, quiero pedirles perdón, aprovechando la afortunada ocasión de escribir estas reflexiones. (O)