Un cementerio de 2.000 años de antigüedad da luz sobre el pasado prehispánico de Quito

Vasijas de cerámica y objetos decorativos tallados en piedra son algunos de las más de 5.000 piezas rescatadas de un cementerio prehispánico de 2.000 años de antigüedad descubierto en Quito, que ha permitido conocer más sobre las formas de vida de los asentamientos humanos de esa época en el actual territorio de la capital de Ecuador.

En el área de Llano Chico, en la parte norte de la ciudad, se halló esta necrópolis andina que había permanecido hasta ahora enterrada bajo tierras agrícolas, con una veintena de tumbas que albergaban, en algunos casos, un prominente ajuar funerario de objetos utilizados en vida probablemente por los individuos allí inhumados.

Se trata de uno de los principales yacimientos arqueológicos de la capital ecuatoriana, según destacó a EFE Andrés Mosquera, arqueólogo de la Dirección de Investigación y Diseño de Proyectos del Instituto Metropolitano de Patrimonio (IMP), la institución que realizó la investigación durante los últimos meses en este lugar.

A una profundidad de unos 80 centímetros bajo el suelo, cubierto por una capa de ceniza de una erupción del volcán Guagua Pichincha, se encontró el enclave funerario, formado por pozos de 1 metro de altura de forma de campana o también trapezoidal que servían de tumbas, de despensas para almacenar alimentos o de basureros de desechos.

Si bien se rescataron más de 5.000 piezas, apenas 128 se encontraban íntegras y aquellas que se conservaban en al menos el 75 % de su forma original fueron registradas en las bases de datos del Estado, según explicó Mosquera.

En las tumbas se observó que los individuos habían sido enterrados en posición flexionada, lo que es usual en las necrópolis prehispánicas, pero no se vio evidencia en ellos de que los cuerpos, entre los que había adultos de no más de 40 años de edad y niños, hubiesen sido cubiertos con algún tipo de manto o fardo.

DESIGUALDAD SOCIAL

Algo que ha llamado la atención a los investigadores es la diferencia de ajuares funerarios entre unas tumbas y otras, lo que revela una diferenciación social entre los individuos inhumados en el mismo lugar. Mientras en unas ofrendas abundaban las vasijas y objetos ornamentales, otras eran bastante austeras.

Para Mosquera, esto es una evidencia de «diferenciación al interior de las sociedades, es decir, ya hay desigualdades en estos grupos que estaban asentados hace 2.000 años en el área de Llano Chico».

«Esto es muy importante tomando en cuenta que este hallazgo corresponde al periodo de Desarrollo Regional, que teóricamente se ha planteado como un periodo en el que surgen jerarquías políticas, y son jerarquías muy marcadas, con sistemas políticos estratificados, sobre todo en la costa», comentó el especialista.

«Entonces, lo que estamos encontrando aquí en Quito es parte de todo este contexto en el que ya hay sociedades estratificadas», apostilló.

Y otra señal de diferenciación social aparece en los restos óseos, donde hay señales de deformación craneal, con la que se buscaba alargar el cráneo de los niños de las élites sociales para evidenciar físicamente su estatus, una práctica tradicionalmente más propia de otras culturas coetáneas de la costa ecuatoriana como La Tolita o Jama Coaque.

«Lo importante es que lo que estamos encontrando aquí en Quito, y esto, sin lugar a dudas, tiene influencia de la cultura La Tolita», afirmó Mosquera.

CERÁMICA CON FORMAS HUMANAS Y ANIMALES

También hay evidencias de esa influencia costera en la cerámica encontrada dentro de las tumbas, con un estilo también muy propio de Jama Coaque.

Entre los objetos rescatados hay vasijas de tres patas, vasijas globulares y cuencos con formas humanas o de animales, así como estatuillas antropomorfas y colgantes y objetos decorativos zoomorfos, en cuyo interior hay restos de maíz, yuca y papa, que revelan una dieta donde también comían venados, conejos y cuyes (conejillos de Indias).

Eso lleva a los investigadores del IMP a lanzar la hipótesis de que, hace 2.000 años, había en Quito «grupos de las culturas La Tolita y Jama Coaque que están subiendo a la cordillera para colocar enclaves y explotar ciertos recursos de materias primas como la obsidiana, que se encuentra en la zona de Quito».

«Serían grupos que responden a una autoridad política, que están realizando estas actividades para obtener obsidiana y que son parte de una sociedad como La Tolita en la que ya hay estas diferencias entre los individuos de la sociedad», detalló.

Los investigadores del IMP esperan poder continuar en los siguientes meses con más investigaciones sobre este lugar porque, a criterio de Mosquera, aún hace falta ubicar la zona de viviendas de este asentamiento y poder corroborar esas diferencias sociales que se entreven en el cementerio. EFE

Fabian Campoverde

Periodista multimedia y creador de contenidos digitales con una maestría en Comunicación Estratégica Digital. Especializado en temas de seguridad, cultura, crítica teatral y música. Escribe sobre viajes, arqueología e historia.

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