Se escucha a políticos y a un buen sector del púbico sagaz y tantas veces engañado, no solamente de nuestro país sino en los otros países del tercer mundo, que hoy en día los resultados de las elecciones para presidente de la nación y otras dignidades de elección popular, no dependen de la voluntad de las personas que emiten su voto, sino de las máquinas electrónicas tramposamente diseñadas.
Aunque estoy seguro de que habrá muchos que prefieren este camino y, en ocasiones, quizá ya lo habrán conseguido (dicen que el gran apagón de la jornada electoral del 2 de abril del 2017 es un ejemplo clarísimo), no puedo asegurar su realidad. Por ello, me he dado a la tarea de averiguar la posibilidad real de hacerlo para formar mi propio criterio, y el resultado es éste:
Señalan los expertos en estos asuntos que, aunque los sistemas electorales modernos están diseñados para ser seguros y prevenir el fraude electoral, ningún sistema es completamente infalible, por el contrario, siempre existe la posibilidad de intentos de fraude mediante más fácies que los sistemas tradicionales. Los argumentos son los que a continuación enumeramos:
1) La manipulación. Los sistemas de votación electrónica pueden ser vulnerables a la manipulación de votos, donde los resultados se alteran mediante intrusiones en la infraestructura o la manipulación de software. 2) El acceso no autorizado. Si alguien obtiene acceso no autorizado a los sistemas electrónicos utilizados en las elecciones, podría intentar modificar los resultados o interferir con el proceso electoral. 3) La suplantación de identidad. En un sistema de votación electrónico, existe el riesgo de que alguien suplante la identidad de un votante y emita votos en su nombre, y 4) Los ataques cibernéticos. Los sistemas electrónicos pueden ser vulnerables a ataques cibernéticos, como ataques de denegación de servicio (DDoS) que buscan sobrecargar los servidores y hacer que el sistema sea inaccesible.
Si esto es así, la participación ciudadana consciente y sobre todo la calidad moral de los integrantes del tribunal en sus diferentes niveles son elementos fundamentales para garantizar elecciones transparentes, justas y confiables. Esperamos que así sea, pues, con un atisbo de fraude, otra vez se engendrará un gobierno ilegítimo, así que sus autoridades lo legalicen. Por ello, lo primero que se debe precautelar es el sagrado voto del ciudadano que, errado o no, esa es su decisión. (O)