Era un secreto a voces. Los comerciantes de El Arenal sabían que, en un momento determinado, iba a haber un enfrentamiento entre los llamados formales e informales. Y el momento llegó ayer, primero en la madrugada y luego en el transcurso de la mañana.
A las 04:40, en medio de los operativos que hacía la Guardia Ciudadana, un grupo de estibadores de nacionalidad venezolana tuvieron un encuentro con los comerciantes formales que ya se habían asentado en la plataforma de El Arenal.
Fue entonces cuando iniciaron los primeros enfrentamientos. Sin embargo, contó a diario El Mercurio, Damián Román, comandante de la Guardia Ciudadana, en principio se controló un problema que terminaría agravándose horas después.
Para la mañana, el roce entre estibadores y comerciantes se convirtió en un enfrentamiento en el que se utilizaron palos y piedras. Además, cuando la policía llegó, se encontró con una vaina percutida que habría pertenecido a una pistola de 9 milímetros.
La riña dejó un hombre y una mujer heridos, y dos aprehendidos (uno de ellos menor de edad), explicó el coronel de policía, William Egas, quien calificó al hecho como un problema interpersonal.
Un hecho que va más allá
Si bien el suceso en El Arenal es parte de un problema entre los comerciantes formales e informales, para el comandante de la Guardia Ciudadana, los actos que están ocurrieron no solo en ese centro de abasto, sino en los mercados de Cuenca, no pueden tratarse como hechos aislados.
Desde hace más de una década, El Arenal ha sido ocupado tanto por los que tienen permiso como los que no. El aparente control se ha reducido a que no haya enfrentamientos, porque en el uso del suelo sucede todo lo contrario.
Basta con caminar un miércoles por la Feria Libre para observar en lo que se ha convertido. Ya no hay ni respeto en la acera que está junto al Hospital Humanitario, en donde se supone que debería primar la salubridad.
La comida al aire libre, los estibadores cruzándose de lado a lado y los artículos de primera necesidad por doquier. Y la inseguridad, el expendio de drogas y la visita de los vacunadores, ni hablar.
“Lo que sucedió no puede tratarse como hecho aislado sino más bien tomar cartas en el asunto como corporación municipal para poner un poco de orden y ser más constante con los estibadores y vendedores”, dijo Damián Román.
Tener una nómina de quienes tiene permiso, como primer paso, para luego invertir en infraestructura con el presupuesto del 2024 es parte del plan del Municipio de Cuenca, cuyo objetivo es brindar espacios formales a los comerciantes autónomos.
En esa finalidad se ve una posible recuperación de los espacios públicos, porque, si se tratase de usar al personal de las instituciones de control, no se podría.
“No existe dentro de la corporación, ni en conjunto con la Policía Nacional, todos los elementos humanos para hacer el control de toda la ciudad. Hay varios espacios que están siendo ocupados y que debemos buscar reubicar a estas personas”, explicó a El Mercurio Diego Cedillo, Director de Mercados.
Solo en El Arenal, según la Dirección de Mercados de Cuenca, hay al menos 1.200 comerciantes autónomos, quienes no cuentan con permiso para laborar en el espacio.
Frente a ello, principalmente por los hechos delictivos que se denuncian formal e informalmente, ayer, en la mesa de seguridad en la que, cada miércoles, participan los organismos estatales y municipales, Cedillo pidió que, además de los policías y los guardias ciudadanos, el Ejército intervenga en El Arenal y en los centros de abastos que tengan similares problemas.
El director de Mercados espera que la solicitud sea acogida, y que ya en los próximos días se vean a los miembros del Ejército haciendo operativos.
Hasta entonces, los cuencanos tendrán que seguir esperando una solución integral a un problema que va más allá de las ventas ambulantes, y que tiene relación con un problema social que sigue creciendo en El Arenal. (I)