La escritora ecuatoriana María Fernanda Heredia -que llegó a la literatura por casualidad- sostiene que el reconocimiento iberoamericano del Premio Cervantes Chico, de literatura infantil y juvenil, otorgado en España, evoca su amplia trayectoria escribiendo con humor y confirma los lazos culturales iberoamericanos.
El jurado de la vigésimo séptima edición del premio Cervantes Chico de Literatura Infantil y Juvenil, que acordó otorgar galardón al escritor español Pedro Mañas, ha concedido también el reconocimiento iberoamericano a Heredia, quien reside en Madrid,»por la sencillez de su escritura, por el sentido del humor con el que matiza todas sus historias y por la hondura de emociones y reflexiones que su literatura provoca».
«Estoy muy contenta con este reconocimiento, luego de 30 años de carrera, es como una confirmación del camino elegido, del trabajo realizado, así es que lo recibo con gratitud» y como un «compromiso que es cada vez más firme» con la literatura, dijo Heredia a EFE.
Para ella, el reconocimiento «viene a confirmar también los lazos iberoamericanos: nosotros leemos a España, España lee a Latinoamérica», indicó al recordar que sus libros circulan, hace más de 20 años, en toda Latinoamérica, España y Estados Unidos.
Heredia, que está a la espera de la publicación de cuatro cuentos en Estados Unidos, ha publicado unos cincuenta cuentos y novelas que «las editoriales catalogan como infantiles y juveniles», aunque ella sostiene que la literatura infantil y juvenil «no tiene edad».
«UN MASAJE AL CORAZÓN»
El hilo conductor de las obras de Heredia (1970) es el humor que, más que un recurso en la literatura, es para ella «una postura en la vida, una decisión, una mirada rebelde» que elige todos los días.
Se trata de una forma de afrontar el mundo, de enfrentar todo aquello que pretende doblegarle, y por ello, le resulta fácil usarlo en sus obras porque al escribir es auténtica.
Y, en el plano literario, «es una manera de vincularme con el lector de una manera más amable. El humor termina siendo un lenguaje que nos une a todos. Reírnos es una cosa que rompe fronteras, rompe distancias culturales», reflexionó.
Con el humor aborda temáticas duras y complejas, como rupturas familiares, conflictos sociales, acoso escolar y sexual, violencia sexual contra menores, pornografía infantil…
Precisamente por ser temas «espinosos, complejos y dolorosos, creo que el humor es indispensable para tratar de equilibrar un poco la vida, tratar de mirarnos de una forma más amable», apuntó Heredia. «Siempre digo que cuando las lágrimas ruedan por mis mejillas, me hacen -sin querer- cosquillas», añadió.
Firme creyente de la capacidad de «darle la vuelta a las cosas y reír», Heredia cree que el humor es «una necesidad vital».
«Pese a las dificultades de la vida, (hay que) encontrar un espacio para quitarle el velo de gravedad a todo y ser capaces de hacerle un masaje al corazón y reírnos un poco. Tenemos que agudizar nuestra capacidad emocional para ser amables con nosotros y reírnos un poco de esto que a veces nos supera», dijo.
Y ello lo aplica en «Cupido es un murciélago», «Patas arriba», «Hay palabras que los peces no entienden», obras en las que aborda el tema del divorcio y elige un personaje para recolocar las situaciones a partir del humor e invitar a ver la situación en perspectiva para constatar que «no fue del todo malo».
ESCRITORA POR CASUALIDAD
Diseñadora gráfica de profesión, pero «obrera de la literatura», entró a ese mundo por «casualidad»: «Cuando una niña muy chiquita, comencé a escribir sin imaginar que me convertiría en escritora», recordó la autora.
«Probablemente porque era una niña bastante tímida y solitaria, me costaba mucho trabajo hacer amigos, comunicarme con el mundo; entonces aprendí a vivir hacia adentro y, cuando mi papá me regaló un diario a los 11 años, ya no paré de escribir», dijo.
Pero a las editoriales llegó cuando una amiga encontró un cuaderno con sus cuentos de vida y se lo entregó a un editor: «Ese fue el inicio de todo».
«Nunca imaginé que podría ser escritora, no se me cruzó por la cabeza que la literatura fuera mi destino», pero «cuando ya la literatura me llamó a gritos, fui dócil y dije, ‘sí'», relató esta quiteña cinco veces Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, Premio Latinoamericano de Literatura Infantil Norma Fondalectura (2003) y Premio Iberoamericano del Fondo de Cultura Económico (2014). EFE