Defesa profesional

Edgar Pesántez Torres

Cada vez que estoy frente al teclado pretendo evadir a la política y a sus protagonistas, sea por sanidad mental o por higiene espiritual; más, como casi todo lo que se vive es consecuencia de ellos, resulta forzoso referirse a su comportamiento y acciones. Hoy mismo quería esquivarlos, abordando un tema sensible para un grupo de ciudadanos, pero no es posible en vista que desde la época del despotismo se diezmó a los organismos estructurados que defendían a los profesionales, estén o no asociados. 

Vamos a lo que vinimos.: la misión de la universidad fue y será la formación, la investigación y la extensión e innovación. Este eje de acción formativa hizo que ella oferte carreras en diferentes campos del quehacer humano que más tarde se diversificaron con la proliferación de centros de educación superior, que vieron en este escenario un modo de vida de alta rentabilidad. Entonces, vinieron a montones profesionales de diferente jaez que comenzaron a ocupar los escasos puestos de trabajo.

Se emprendió con la tarea de exigir que los empíricos sean rechazados y hasta sancionados y reemplazados por titulados. Como el número de estos se amplió, hubo la necesidad de crear corporaciones que defiendan sus intereses y, a la vez, establecer códigos éticos con fin de que sean guías para su desempeño. Así es como nacieron los colegios o gremios profesionales, locales y nacionales. 

Como cualquier organización, éstas no eran panacea para vigilar que sus asociados desempeñen con el juramento profesional ni menos hacer que las autoridades cumplan con sus derechos, no obstante, con buenos dirigentes y metas definidas, fueron un aposte sustancial para los agremiados y la sociedad. Lastimosamente llegó un gobierno totalitario y liquidó toda estructura organizacional, dejándolas como reliquia y para homenajes mutuales.

Y como si esto no fuera suficiente para el menoscabo profesional, el mismo innombrable importó una gran cantidad de cubanos y venezolanos para que ocupen plazas de trabajo de los ecuatorianos. Una vez aquí, varios de ellos dejaron mucho que desear y hasta ahora reinan en puestos gerenciales, otros han procedido a demandar a instituciones públicas o privadas, como el caso de una desnaturalizada venezolana de niños.

Ahora que se vive la feria de ofertas, es necesario que los aspirantes a gobernar el país o a legislar y fiscalizar, se pronuncien por la reactivación de los gremios, mientras los líderes de los gremios, si aún quedan, planteen políticas serias para su existencia.    (O)