La sociedad azuaya, particularmente sectores de la Iglesia, ha querido conmemorar los cien años del nacimiento de quien fuera su líder espiritual por cerca de veinte años. Se trata de Monseñor LUIS ALBERTO LUNA TOBAR, un pastor apasionado y comprometido en conseguir una sociedad más justa y equitativa. Su papel como sacerdote, según la espiritualidad carmelitana, y como destacado intelectual, que supo unir con maestría ciencia y fe, continúa siendo una fuente de inspiración para todos aquellos que luchan por un futuro más igualitario y esperanzador. Su habilidad para combinar conocimientos académicos con principios espirituales enriqueció el pensamiento de sus alumnos y seguidores, fomentando una perspectiva integral del mundo
El colectivo que lleva adelante esta merecida conmemoración ha organizado como primer acto, a llevarse a cabo próximamente, un encuentro con los periodistas. Es acertado que así sea, pues Luna Tobar también se destacó como un orientador de la sociedad desde esta área. A través de sus escritos y discursos en los principales periódicos del país, ofrecía puntos de vista profundos y claros sobre diversos temas sociales y políticos. Su visión inclusiva y empática buscaba la unidad y el entendimiento entre personas de distintas creencias e ideologías, promoviendo el diálogo como herramienta para el progreso colectivo.
Su pluma expresaba con altura la valentía y firmeza de su carácter para enfrentar los desafíos de la sociedad y los que se presentaban diariamente en el ejercicio de su ministerio, que en todo momento buscar el bienestar de todos, sin importar su estatus social, su credo religioso o su situación moral si veía sinceridad en las personas. Esta manera de ser, prudente y frontal a la vez, le granjeó como es obvio, tanto admiración como críticas. Políticos y personalidades del país buscaban su amistad, reconocimiento de su sabiduría y guía espiritual. Otros lo criticaban por sus palabras y actitudes que, en sintonía con una corriente post-vaticana de vanguardia humanística, desafiaba las estructuras de poder establecidas.
A pesar de las críticas, Luna Tobar se mantuvo firme en su lucha por la justicia social y la defensa de los más vulnerables. Su valentía para denunciar las injusticias y su compasión por los desfavorecidos lo convirtieron en un faro de esperanza para aquellos que buscaban un mundo más humano y solidario. Su espíritu de lucha y su compromiso con la justicia social siguen siendo una fuente de inspiración.