Al menos en el último mes, los días en Cuenca han sido fríos. Sobre la ciudad se ha extendido una capa de nubosidad que pocas veces ha dejado pasar los rayos de sol. Por esta época, en comparación con años anteriores, debería suceder todo lo contrario: una estación seca, de días azules y vientos fuertes.
Sin embargo, las lluvias esporádicas y el estado nuboso se han hecho presentes en un momento en el que el Austro debería estar viviendo de su verano. Esta situación, que no solo se refleja en el ambiente sino también en la ropa de los transeúntes, tiene una razón: el Fenómeno del Niño.
Por lo menos esto piensa el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (INAMHI), que monitorea el comportamiento del clima en el Ecuador.
Para la técnica del INAMHI, Cristina Valdivieso, este año es anómalo porque no se ve ni se siente el verano.
“Es muy cambiante porque se acoplan sistemas atmosféricos que no se presentan estos meses y esto puede ser efecto del Niño, que provoca estos cambios bruscos tanto de temperatura, precipitaciones, y en vientos”, explicó Valdivieso.
Aunque en Cuenca el frío todavía se siente, esta situación, por ese ritmo cambiante que deja el Fenómeno del Niño, puede variar en los próximos días con el aumento de los índices de radiación.
El 26 de julio, en la ciudad ya se registraron niveles altos de radiación solar y esto se mantendrá, al menos la próxima semana, según las evaluaciones que hace el INAMHI. Ante ello Valdivieso recomendó a la población estar atentos a los pronósticos de radiación ultravioleta que el instituto publica cada día.
Consideraciones
El Fenómeno del Niño no solo provoca estragos en la infraestructura y en la economía. También está la salud, por lo que la población tiene que considerar que estos climas cambiantes pueden provocar enfermedades.
Empezando con los cambios bruscos de temperatura, en los que, de pronto, la nubosidad se va y los rayos ultravioletas comienzan a quemar, tal y como ha pasado en ocasiones anteriores.
Ante este suceso, las personas que estén por exponerse en zonas abiertas tienen que aplicarse protector solar, por lo menos, unos veinte minutos antes de salir.
“Por nuestro ubicación geográfica tenemos una exposición mucho mayor al sol. Por eso tenemos que usar protector solar cada dos horas. Es recomendable usar un gorro, un parasol, algo para protegernos”, opinó la doctora Johana Patiño.
Para la médica hay que tener un cuidado mucho mayor con los niños, debido a que su piel es más sensible. La principal recomendación en estos casos es no exponerlos al sol directamente.
Por otro lado están las enfermedades respiratorias, tanto en menores de edad como en personas adultas.
La COVID sigue presente; la influenza, en agosto, según el Ministerio de Salud, alcanza su pico de contagiados; y el clima que cambia de un momento al otro no ayuda.
“Desde el mes de junio hasta la fecha tenemos casi el triple de patologías respiratorias en relación con los primeros cinco meses del año en adultos y niños. Ahora ha bajado entre los escolares porque están de vacaciones, pero entre adultos se mantiene”, agregó la doctora Patiño.
Por esto es indispensable que las personas, sobre todo aquellas que pertenecen a grupos vulnerables, se vacunen contra la influenza y cuentan con su esquema de vacunación completo contra la COVID.
Ahora mismo, en los centros de salud se están vacunando a los niños contra la influenza y a personas mayores de 65 años contra la COVID. Este proceso es completamente gratuito y necesario para cuidar a los grupos más vulnerables en estos días que pueden llegar a ser complejos. (I)