Parece que por ver muchas películas “de guerritas” –por parte de quienes están llamados a actuar- esperan que exista una declaración oficial de un país al nuestro de que estamos en guerra, para solo entonces, como en las películas, defender al Ecuador; es decir defender a los ecuatorianos.
Grosero error. La guerra no es únicamente entre dos o más Estados, y aún menos en la actualidad. Hay guerra también cuando se ha configurado una lucha armada externa e interna. Y los Estados deberían (léase tienen que) actuar en tutela de su soberanía que está bajo ataque.
Expliquemos. La soberanía desde el Derecho Constitucional y la Ciencia Política, tiene dos contenidos o dimensiones de su construcción: independencia y supremacía. La independencia supone que no exista un poder externo y ajeno al del Estado que quiera sobreponerse a éste. La supremacía implica, que no exista un poder al interior del Estado -desde adentro- que quiera sobreponerse a éste. Entonces, cuando hay una afección desde adentro, desde el interior, bandas criminales o terrorismo que sobrepasa al orden normativo y coercitivo del país o intenta hacerlo, se está produciendo una violación a la soberanía del Ecuador desde su dimensión supremacía.
¿Cuántos muertos más? ¿Cuánto caos más se requiere? Veamos. La Constitución dispone en su artículo 158 que las Fuerzas Armadas tienen como misión fundamental la defensa de la soberanía del Estado. El polémico Decreto Ejecutivo Nro. 730, precisamente entrega al Ejército atribuciones suficientes para defender al país ante ataques terroristas. Hay todo para la defensa a los ecuatorianos. No hay excusa. Existen todos los instrumentos jurídicos que lo permitan. Estamos en guerra, que ha puesto en zozobra al país, que limita las libertades, que sigue rompiendo la escasa institucionalidad y que quita la vida a los ecuatorianos. Repitamos para que nos escuchen: la vida de los ecuatorianos.
Aló Estado, ¿estás allí? (O)