¿Qué pasó con la tv nacional?

David G. Samaniego T.

Estoy sorprendido, mejor, perplejo, cosa bastante difícil a mi edad. He comenzado a cuestionarme el andamiaje noticioso de los canales de televisión, porque quien más, quien menos, todos incurren en un mismo defecto, a mi muy personal modo de ver.  Estas líneas buscan explicar las razones que me conducen a esta sensación de desasosiego.

1. Los espacios noticiosos dejaron de ser la simple lectura, la entrega escueta, oportuna e indispensable de informaciones, acompañada de imágenes necesarias para precisar ambientes y describir lo sucedido.

2. Los espacios noticiosos para cumplir con la difusión de acontecimientos importantes, hoy en día, tratan de impresionarnos, de buscar imágenes impactantes, de presentar escenarios novedosos, micrófonos al pie de los hechos, en vivo y en directo, movimientos sofisticados de cámaras, modulaciones de tonos de voz, etcétera.

3.  Nos hemos acostumbrado tanto al maquillaje y puesta en escena de las noticias que ya nos es difícil distinguir entre lo que en realidad pasó y cómo fue narrado en los diversos canales.  Esto que describo, si verdadero o falso, ustedes lo juzgarán. Por otra parte, los televidentes, ustedes y yo, somos parte de esta complicidad porque nosotros somos los que abrimos el canal de nuestra preferencia y de este modo aprobamos y respaldamos su gestión.

4. Un rayón de paso a quienes hacen periodismo de opinión, tan solo. Examinemos a quienes eligieron esta forma de comunicarse. Su vestimenta, su lenguaje, su manera de ser y actuar, su puesta en escena, en fin todos esos detalles escogidos detenidamente para convertirse en estrellas, en los primeros, alguno quizá en “el único digno de credibilidad”.

¿CONSECUENCIAS? Muchas y variadas. Las expongo como llegan a mi mente. Dejo el orden a cada uno de ustedes, porque cada mente es un ordenador diverso acorde con sus categorías.

a. Es tan abundante la cantidad de noticias que nos llega durante el día, que terminamos cada jornada aplastados por aquello que vimos u oímos.

b. La cantidad de información que recibimos nos impide organizarla y procesarla.

Más grave aún, de tanto escuchar noticias, relativizamos su trascendencia, les restamos importancia, empezamos a tomar lo anormal como normal, nos acostumbramos al mal.

Los ecuatorianos vivimos hoy con la certeza de la ineptitud para erradicar el mal, el miedo es nuestro compañero. La televisión lo transforma en miedo colectivo. Los malos están armados. Los malos dominan. Somos prisioneros de un pánico colectivo, gracias a …..? (O)