La situación económica no es como para sentarse y mirar de soslayo todo cuanto acontece.
A las puertas de las elecciones, ni candidatos ni ciudadanía hablan en serio y a fondo sobre la economía del Ecuador.
La situación económica de casi todas las familias es súper crítica. Hay más de cinco millones de ecuatorianos entre pobres y extremadamente pobres. Esto es desesperante.
Las inversiones nacionales, ni se digan las internacionales, son imperceptibles. Si nadie se arriesga a invertir sus capitales, las oportunidades de trabajo son las primeras en diluirse.
En estos últimos tiempos, la agitación política, la ingobernabilidad, la inseguridad, incluyendo la jurídica, la desinstitucionalización, no saber quién será el nuevo gobernante, las recientes resoluciones de la CC, impactan en la economía.
Y por ello el riesgo país bate récord: se ubica en 2.108 puntos, superando a Argentina - cuya inflación es incontrolable – y sólo por encima de Venezuela.
El país, en tales condiciones, puede caer en cesación de pagos de sus obligaciones con los acreedores. Eso lo perciben los inversionistas.
Difundir ciertos recetarios económicos como lo hacen algunos aspirantes a la presidencia de la República no contribuye a vislumbrar un manejo económico responsable, no solo para estar bien a nivel macro, sino, sobre todo, para resolver los gravísimos problemas sociales de la gente.
No “enojar” a los acreedores externos tampoco debe ser la premisa; pero vale saber las fórmulas para bajar el riesgo país, cómo atraer inversiones, ni se diga conocer el destino de la dolarización, resolver la crisis financiera del IESS, o la pretendida metedura de mano a la reserva internacional, asumida por cierta candidata como alcancía, fácil de romperla para tomarse dinero ajeno.
Si la inseguridad preocupa más en estos tiempos a los ecuatorianos, la economía no debe quedar atrás. Se la analiza entre los entendidos en la materia, pero el grueso de la población parece no mostrar mayor atención o se deja llevar por la demagogia.