Cuando las retribuciones se dibujan como sonrisas en los rostros de personas que tal vez no las volvamos a ver o quizá, cuando aun mirándolas nuevamente no recordemos sus nombres o el lugar donde los conocimos, es cuando sabremos si lo que hicimos en su momento lo hicimos bien.
Lo correcto, aunque no siempre sea justo, o grande, o tangible, pasa a ser una referencia personalizada que entrecruza la percepción y la subjetividad; sin embargo, esas sensaciones que provocamos en alguien con quien coincidimos en algún espacio, pasará a ser algo que solo el tiempo lo dirá… a nuestro favor o en nuestra contra.
Donde nos encontremos habrá decisiones que tomar, puertas que abrir y caminos que recorrer; la camaradería y los buenos recuerdos serán la causa efecto de algo que no se podrá enmendar; entonces, son tantas las formas de dejar huella, pero, así como dejamos huellas de las buenas, también dejamos de las otras, de esas que se prefieren ocultar.
Un sabio me dijo alguna vez, cuando subas las gradas saluda a todos con quienes te encuentres en el camino pues no sabrás si cuando bajes de vuelta, todos ellos te volverán a saludar.
Haz de tú tiempo algo para reflexionar, tú decides, tú abres la puerta y tú labras tu camino. (O)